Tipo de Cambio
Compra
Venta
27/11/2024
$20.06
$20.65

Padre Soria: El confesor del Archiduque

Los últimos días de Maximiliano, junio de 1867

  
Nota publicada el 23 de octubre de 2017
por José Luis Fernández Ruiz

Para comprender el presente, hay que conocer y aceptar el pasado. Quien no mira atrás difícilmente entenderá el presente. Y no podrá construir su futuro.

Narración de Agustín Rivera en junio de 1902, para el periódico El Mundo Ilustrado.

Todos los historiadores de los últimos días del emperador Maximiliano Habsburgo ( mayo 1864- mayo 1867 hablan del sacerdote católico ¨el Padre Soria¨ pero ninguno dice ni su nombre.

o les diré quién era el Padre; Licenciado don Manuel Soria y Beña tenía en 1867 más o menos cincuenta años, pertenecía a la nación Otomí, era de baja estatura, moreno de cuerpo endeble y enfermizo, de genio tímido, de buena capacidad intelectual , humilde y virtuoso, de dulces palabras y finos modales, abogado recibido por el tribunal de Querétaro, monje del oratorio de San Felipe Neri de la misma ciudad, canónigo de la Catedral de Querétaro y Vicario Capitular, o sea el que gobernaba la diócesis de Querétaro desde la muerte del obispo Bernardo Gárate.

Llegando de Europa lo fui a saludar como grandes amigos que somos, me platicó lo que había, los últimos sucesos en México, me dijo: El 15 de junio de 1867 en la tarde fue la primera vez que visite a Maximiliano porque me llamó para que recibiera su confesión sacramental. En los días siguientes me pidió lo visitara mañana y tarde, visité al general Mariano Escobedo y para que mis visitas fueran más accesibles, cuando hablaba con Maximiliano lo trataba de su majestad y cuando lo hacía con Escobedo le decía el Archiduque. La celda tenía un catre y dos sillas de tule, dos mesas y dos escribientes que lo hacían en alemán, una lona que tapaba la ventana pues no había vidrio. El 15 de me dijo: ¨He recibido la notica, la emperatriz ha muerto, ahora si puedo morir tranquilo, fue la única vez que lo ví llorar. El día 16 le administre el Sagrado Viático, me pidió un libro que lo fortaleciera y le lleve los Sermones de Massillón, me dio un abrazo. El 17 de junio le hicimos una carta al Santo Padre solicitando perdón por las faltas que hubiera cometido como emperador, me la eché al bolsillo para remitirla a Roma.

El Padre Soria continuó su relato. El 18 de junio hablé con el General Escobedo para decir la misa al Archiduque y me dijo: “Hágalo pero a las 5 de la mañana porque será temprano” A las 4 de la mañana Maximiliano se encontraba con la cara lavada, muy bien peinado, y vestido con aseo. Celebré la misa, le di el Sagrado Viático, se desayunó y platicamos, notándole paz y mucha tranquilidad.

A las 6 llegó la tropa, salimos el llevaba un pañuelo en la mano derecha, un rosario que le había regalado su madre, se puso el sombrero, luego se lo quitó. El tramo al Cerro de las Campanas era largo, se colocaron Maximiliano, Miramón y Mejía estado parado Maximiliano me dijo: Toma me entregó el crucifijo, el pañuelo, y el rosario. A cada soldado le entregó un Maximiliano era una onza de oro de 20 pesos con su busto. Luego bajé de prisa por el cerro, me metí al coche y me fui a mi casa no fui a la Catedral pues me sentí enfermo por varios días. Padre Soria en junio de 1867.

José Luis Fernández Ruiz. Director del Patronato Centro Histórico Turístico Cultural de Ensenada, A. C.
 
 

Regresar  Imprimir Enviar por email

Derechos Reservados 2024. Queda prohibida la reproducción total o parcial de la nota sin la autorización previa y por escrito de Ensenada Net.

 
|
| Ensenada.net es presentado por : TDM