La comida callejera se reconoce como aquella que se obtiene de un vendedor en la calle; la mayoría es de oferta local, puede ser comida para llevar, comida chatarra, aperitivos y frecuentemente resulta más económica que la disponible en restaurantes y supermercados. Por obvias razones, la falta de un adecuado manejo de la higiene de los alimentos suelen desanimar a mucha gente a consumirla y la falta de refrigeración se suma a los limitantes, sin embargo muchos de estos vendedores se las ingenian con ingredientes especialmente frescos para revertir estas debilidades.
Con la globalización y el incremento de la industria turística, la seguridad de la comida callejera se ha convertido en una importante preocupación para la salud pública, haciendo que gobiernos y expertos se centren en atender este rubro, el mejor ejemplo es la Food Standards Agency de Reino Unido que implementó la reglamentación para los vendedores, comerciantes y minoristas del sector de la comida callejera.
Un retrato fiel de la comida callejera publicado por la Organización para la Agricultura y la Alimentación describe que gracias a su bajo costo y su conveniencia, todos los días consumen alimentos en la calle 2.5 millones de personas en todo el mundo. En América Latina la compra de alimentos en la vía pública representa el 30% del gasto de las familias urbanas. En Bangkok, 20 mil vendedores ambulantes de alimentos proporcionan a la población urbana alrededor del 40% de su ingestión global de energía. Además de ser económicos, los alimentos en venta en la calle también pueden ser nutritivos. Un estudio realizado en Calcutta, reveló que un alimento promedio contenía unos 30 gramos de proteína, 15 gramos de grasa y 180 gramos de carbohidratos.
Cada año el Congreso Internacional de Comida Callejera, responsable de seleccionar los 50 mejores puestos ambulantes del mundo concluye que “la comida callejera se ha convertido en un ícono culinario para todas las clases sociales, se sirve un único plato de comida reconfortante que logra inspirar a grandes cocineros que los han re-interpretado y vuelven en busca de más”. Y por cierto, México aparece en dos ocasiones en esta lista, Mariscos Rubén de Tijuana en el número 20 y nuestro orgullo ensenadense La Guerrerense, en una honrosa octava posición.