El jueves pasado la Comisión Federal de Comunicaciones norteamericana (FCC por sus siglas en inglés) metió reversa a la norma conocida como Neutralidad en Internet, impulsada y aprobada en 2015 durante la presidencia de Barack Obama. Hoy, todos los gigantes de software se encuentran unidos en contra de esta decisión, identificada como una jugada clara del Partido Republicano que hoy controla el gobierno federal de Estados Unidos.

El acuerdo de neutralidad obligaba a todos los proveedores de acceso a Internet a proporcionar a todos sus usuarios, acceso igualitario a todos los contenidos, independientemente de su fuente de origen.

Esto significa que un proveedor no puede bloquear o reducir la velocidad del flujo de datos que provengan de una página en particular, independientemente de las razones que pudieran argumentarse.

En México, por ejemplo, el macro proveedor de acceso a Internet es Carlos Slim que a su vez es propietario del sistema Claro Video, competidor de otras plataformas de video bajo demanda, como Netflix. Imagine que sin explicación alguna, todas las plataformas se volvieran lentas excepto la que es propiedad del proveedor de acceso.

Ante este escenario, en el que un empresario tiene intereses diversificados donde se incluye el acceso a Internet, el acuerdo de neutralidad garantizó a muchos proyectos su viabilidad, pues de otra manera perderían usuarios por el simple hecho de ser lentos.

Sin el acuerdo los proveedores de acceso dejarán de tener el impedimento legal de bloquear parcial o totalmente aquellos contenidos que sean contrarios a sus intereses.

Por motivos comerciales podrían solicitar algún pago específico por acceso a Facebook o a Netflix, por ejemplo. Por motivos políticos podría impedir el acceso a contenidos que por cuestión ideológica no resultaran apropiados para alguien.