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Inculcando la corrupción a nuestros hijos

Las actividades cotidianas también educan

  
Nota publicada el 1 de febrero de 2018
por Rafael González Bartrina

¿Quién es, en la gran mayoría de los casos, el héroe de cada niño? Los padres, el papá y/o la mamá. Ellos son los responsables de sembrar en sus hijos la honradez, el respeto a los demás, el amor a la vida y al medio ambiente.

Hoy en día nos quejamos de que sufrimos los efectos de una corrupción rampante que, queramos o no, nos afecta en la mayoría de las actividades en las que nos desenvolvemos.

En esta entrega voy a procurar mencionar algunas de mis observaciones. A continuación algunos ejemplos:

Va el héroe (léase padre o madre) conduciendo su vehículo: No usa el cinturón de seguridad, “porque vamos aquí cerca”, los niños no llevan ni el cinturón puesto ni asientos especiales para menores, “al cabo de que no pasa nada” es el viaje de rutina diario, camino a la escuela de los niños. Hay que hacer un pequeño alto en el camino, como, por ejemplo, a pagar el servicio de cable. No hay estacionamiento. No hay problema, se puede escoger entre: doble fila, bloqueando la salida de cochera, el espacio destinado a minusválidos. La explicación al niño: es solo un ratito. Se acerca un agente de policía y el héroe se desbarata en excusas, pretextos y finalmente le “pasa algo para el café”. Al reiniciar el viaje el héroe despotrica de insultos y profanidades contra el agente donde indica que es un corrupto y lo tacha de criminal. Ya se hace tarde, el conductor se apura, no respeta límite de velocidad, hace “semi-altos” se “brinca” el amarillo o el rojo de los semáforos, recibe y hace llamadas de teléfono, o de texto. Al llegar a la escuela, ya sea en doble o triple fila espera llegar a la “mera puerta” para que los niños bajen.

Así son las primeras y elementales lecciones de cómo ser un corrupto en esta nuestra sociedad.

Cuando el niño platica con su papá sobre lo que aprende en la escuela sobre urbanidad, moral, civismo, cultura, civilidad y demás, el padre le dice que ese es el mundo ideal, pero que el mundo real es distinto. El que no tranza no avanza. El mundo es de los audaces. Todos tenemos el derecho de lo mejor y si no está a nuestro alcance, hay que conseguirlo por cualquier medio.

Estimado lector. Has una prueba: analiza cuantas ilegalidades fomentas en tus hijos en tus actividades normales. Cuantas ilegalidades realizas normalmente y que tus hijos son testigos de ellas. Cuantas de tus “tranzas” te vanaglorias frente a ellos.

¡Ah sí! Me olvidaba del padre estricto y rígido. El que dice ¡Haz como yo digo y no como yo hago! Que, sin embargo presume y alardea o se lamenta de las “movidas” que tiene que hacer en su vida normal.

Nos quejamos de que nuestro país, actualmente, es gobernado por corruptos impunes. Son acaso tus hijos mejores candidatos para que en el futuro sean mejores ciudadanos?

Dime, amable lector: ¿Es el sistema o somos nosotros los que debemos de cambiar para bien?

Rafael González Bartrina. Rafael González y Bartrina. Miembro del Seminario de Historia de Baja California y del Consejo de Administración del Museo de Historia de Ensenada A. C. rafaelgonzalezbartrina@gmail.com
 
 

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