El primero. Allá en el Valle de San Quintín, el erróneo proceder de agentes de la policía municipal para intervenir a una persona que, según se dijo se mostraba agresivo contra terceras personas, tuvo un resultado lamentable.

El individuo no solo evitó ser sometido, sino que en un descuido de los agentes se introdujo por sorpresa a un carro patrulla y con el arma que estaba al interior los repelió a tiros. Luego sería abatido al llegar refuerzos policiacos.

El hecho evidenció la deficiente preparación que tienen policías asignados a delegaciones municipales, para actuar en situaciones complicadas.

La autoridad intentó justificar lo injustificable. Las evidencias resultaron contundentes.

El segundo. La madrugada del domingo y luego de una persecución a lo largo de varios kilómetros, un hombre muere abatido por policías y dos más resultan lesionados.

El reporte oficial indica una confrontación a tiros al término de la persecución.

Pero versiones distantes de los escritorios oficiales abren muchas dudas y especulaciones sobre lo ocurrido.

Cercanos al fallecido y los heridos señalan que estos no iban armados al momento de ser interceptados por policías ministeriales y municipales.

En redes sociales de genero la versión de que los jóvenes en el amanecer del domingo habían sostenido una riña con guaridas de seguridad de un bar de la zona centro del puerto.

Incluso se subió un video donde se ve a guardias de seguridad golpeando a un joven, que después se dijo fue el mismo que miró tras la persecución policiaca.

El parte oficial señala que la intervención de los presuntos infractores de intento hacer desde el primer cuadro de la ciudad y que esta concluyó kilómetros después en Maneadero.

Esto es, casi luego de una persecución de diez kilómetros que incluyó lo largo de la avenida Reforma y no obstante el dispositivo de seguridad en torno el carnaval.

De la zona centro hasta Maneadero, aún disponiendo de estaciones de policía en Punta Banda y Pórticos.

Un operativo policiaco que derivó en un resultado funesto y con muchas interrogantes.

Es evidente, pues, que en uno y en el otro hecho la intervención policiaca no se apego a las estrategias y cánones establecidos.

Y siendo una actividad de alto riesgo, el quehacer de los policías debe sujetarse a los procedimientos preventivos obligados.

No hay de otra.

Carnaval con números rojos.

Hasta la noche de ayer martes la organización del carnaval de Ensenada en su aniversario número cien, presentaba un balance financiero negativo.

Tan complicado, que el par de empresarios responsables de la organización del festejo analizan la posibilidad de renegociar el pago pactado de un millón de pesos al ayuntamiento .

Y es que literalmente Fernando Mancilla y Rodolfo Lizárraga realizaron esfuerzos extraordinarios para sacar el carnaval en apenas un mes.

Entrada la noche del martes 13, último día del festejo, los empresarios batallaban para cobrar adeudos pendientes de quienes rentaron espacios comerciales, pero también para liquidar compromisos con proveedores de servicios.

Ni las ventas, ni el aforo de asistentes fue el esperado al carnaval. La escasez de tiempo para montar la organización fue el principal obstáculo.

Mancilla y Lizárraga hicieron lo que pudieron, ante la irresponsabilidad gubernamental de soltar la organización del carnaval con apenas un mes de anticipación.

Ambos esperan que el gobierno municipal acepte renegociar el pago del millón de pesos.

No obstante, trascendió que el municipio insistirá en licitar la organización del carnaval y que pretende un pago muy por encima del millón de pesos.

Y es que a decir de varios regidores “sobran lo interesados en organizar el carnaval”.