En agosto de 2015 se registró el alumbramiento de una niña semanas antes de los tiempos regulares. El embarazo no superaba para entonces los siete meses y medio.
El nacimiento de la bebe ocurrió en un entorno complicado que, lamentablemente, derivó en fallecimiento de la recién nacida dos días después.
El cadaver, cumpliendo los protocolos, se canalizó a las instalaciones del Servicio Médico Forense (Semefo).
Pero a la pena y dolor de los padres se sumo otra complicación cuando acudieron a reclamar el cuerpo con la intención de darle sepultura.
El cuerpo no estaba. Literal. El cadaver de la recién nacida no estaba en el Semefo. Ni ahí ni en las instalaciones de los Velatorios del DIF estatal que son edificios colindantes.
Como si se tratara de un objeto cualquiera que puede desaparecer de una oficina, así ocurrió.
Los padres, obviamente se inconformaron y la autoridad abrió una investigación para deslindar responsabilidades.
El resultado, a la vuelta de casi tres años, sigue siendo un misterio.
Un misterio acompañado de muchas suspicacias.
Como pudo desaparecer el cuerpo de una recién nacida y nadie darse cuenta?
Porque a la vuelta de 30 meses no hay ninguna persona procesada por la desaparición del cadaver?
En que quedó la investigación?
Porque el silencio de los padres de la recién nacida?
Lo ocurrido en las instalaciones del Semefo en agosto de 2015 es un misterio saturado de polvo, apatía y olvido.
Un misterio cobijado por las memorias cortas. Un misterio que sigue inmerso en los círculos abiertos que, no obstante el transcurrir del tiempo, concentran muchas interrogantes.