Hoy (miércoles) se baja el telón a las campañas proselitistas. Ni uno más, dice la autoridad electoral, refiriéndose a los actos de convencimiento y suma de simpatizantes.
Y a esperar el domingo. Y a esperar resultados. Y a mostrar la compostura y civilidad que, cuando menos en los meses recientes, ha brillado por su ausencia .
Como nunca antes nos dimos hasta con la cubeta,defendiendo con una mano y denostando con la otra.
Nos volvimos intolerantes, agresivos, pendencieros; vigilantes de las redes y trasnochados en la descalificación.
Y así nos alcanzó la fecha, el plazo inevitable para ver de qué estamos hechos. Si de lumbre en la boca o congruencia en el actuar.
El domingo por la noche habrá resultados preliminares y tendencias. En las calles júbilo de los triunfadores y el silencio que lastima en los cuartos de guerra de los derrotados.
La ruta inevitable, pues, de toda elección.
La consecuencia propia de un proceso electoral en donde predominó la agresión, la descalificación y la calumnia como arma letal.
Y se regocijaron! Y se deleitaron! Y se empalagaron de insidia y de dolo; ávidos de causar daño y denigrar.
En tres meses, escudados en la enfermiza filia partidista, pusieron al país patas para arriba, agotado, maltrecho, vulnerable.
Ojalá que con el dos de julio arribe también la cordura, la extraviada civilidad y las ganas por construir un país fuerte, vigoroso y de oportunidades para todos.
Vayamos a votar pues y dejemos que el voto mayoritario y no las vísceras determinen triunfos y senderos a seguir.