La semana pasada trascendió el caso de Naomi, una joven que después de haber sido seleccionada para desarrollar una pasantía en la NASA, publico el hecho de forma efusiva en Twitter, algo así como: “Todos cállense la puta boca. Me acaban de aceptar para una pasantía en la NASA”.
El mensaje causó 3447 reacciones con un corazón, se reenvió en 129 ocasiones y generó 158 comentarios, uno de los cuales simplemente advertía: "lenguaje", como es frecuente entre los norteamericanos cuando piden moderación en el uso de ciertas palabras.
Naomi, lejos de aceptar la crítica, respondió en el mismo tono que había utilizado: “Chúpame el pito y las pelotas, trabajo para la NASA”.
Homer Hickman, ingeniero aeroespacial que había lanzado la primera advertencia, respondió: “Y yo estoy en el Consejo Nacional del Espacio que supervisa a la NASA”. Hickman no solo es un reconocido autor de ciencia ficción, sino que además ha entrenado a varios astronautas.
Naomi se convirtió en el foco de la atención pública durante unos minutos, suficientes para que se criticara mucho más que su vocabulario, pues el público investigó en su perfil y encontró que se trata de una aficionada a la cultura furry, relacionada con los animales representados de manera antropomórfica.
Un momento de euforia con las palabras inadecuadas derivo el la cancelación de la beca para Naomi y esto deja una lección más a observar en el tema de las redes sociales: la conversaciones salen de la esfera privada y pueden salir de control, dado que cada lector interpreta los hechos de acuerdo a su contexto, no al de la conversación en si.