Leí hace una semana que se quiere legalizar el uso de la mariguana para uso lúdico y me acorde una lectura de 1902 narrada por el ALCOHOL,
¿Este mismo escrito se podrá aplicar a la mariguana?
El texto fue escrito por Benito Fentanes.
Soy el alcohol que con la pupila clavada en la sima misteriosa del dolor humano, descubro el fondo tétrico y sorprendo guiñapos y tinieblas; oigo chasquidos de puñales homicidas, lamentos de trágicas agonías y sollozos de labios inocentes que elevan al cielo la flor de sus plegarias como un eco de perdón -soy el alcohol.
Yo el alcohol busco en el flujo de las podredumbres al espíritu infernal que las informa; y del fondo ensangrentado del abismo, de las entrañas de la enorme cuenca, se levanta hasta mi oído, con clamores de tempestad, una voz que diabólica se regocija al hacerme saber de su terrible el inventario de sus penas- Soy el alcohol- repite la voz- Para someter las almas a mi imperio, alago al insensato, ofreciéndole vigor al brazo rendido por el trabajo, fiereza a su corazón y cárdeneos resplandores al haz de sus pensamientos . Me infiltro en los organismos bajo la apariencia engañosa de savia que vivifica, y al empuje de mi piqueta lacerante, no hay frente que no eclipse, ni dignidad que no estruje, ni brazo que no se rinda. Mi espíritu asolador puedes hallarlo es esta turba, envilecida y gastada que claudica por calles y tabernas, arrastrando como pesada carga, un cuerpo tembloroso, de carnes amarillas y flácidas: mi espíritu soberbio canta su poema de gloria en los hogares sombríos, done lloran los pequeños abrazados a las madres para salvar de las iras que levanto en los corazones que me aman.
Soy el alcohol: Bajo las arcadas lúgubres de los manicomios congrego y sacudo una legión macabra de los espíritus imbéciles, de organismos impotentes que gesticulan, gritan, cantan y lloran y desenvuelven el arsenal de sus horridos extravíos en contorsiones horribles, en pesadillas violentas hallan su epilogo silencioso en el vientre de sus tumbas.
Soy el alcohol llevo conmigo el cianuro del suicida, en mi corcel color sangre cabalgan la locura, el hastió, el crimen, y la miseria. La onda de mis estragos imponentes lleva de una generación a otra de incurables raquitismos de hemiplejias torturantes de morbosos sedimentos que arrancan al musculo su energía y a la celdilla cerebral sus más altas vibraciones. Mi estandarte rojo y negro flamea sobre la vida, como el ala de un halcón apocalíptico que cracita entre escombros de miseria fisiológica y lágrimas de dolor. ¿Qué es la fuerza del hombre ante mi fuerza? ¿Dónde está el poder de ese luminoso espíritu que ha sabido domeñar la altivez del rayo? ¿Dónde está ese espíritu creador de tantas maravillas que yo convierto en juguete de mis garras? Soy el alcohol