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Nuestros alimentos ultraprocesados de cada día

Por Pablo Miranda Ramírez

  
Nota publicada el 21 de diciembre de 2018
por CONACYT

Ante el ritmo acelerado de vida, el consumo de alimentos ultraprocesados —obtenidos mediante complejos procesos industrializados— se considera una opción práctica, aunque en opinión de especialistas en salud y nutrición, está muy lejos de resultar saludable.

Pero ¿quiénes son los consumidores de estos productos ultraprocesados y por qué los incorporan a su dieta?

El maestro Joaquín Alejandro Marrón Ponce, investigador del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), estudió las características sociodemográficas de los mexicanos para conocer el perfil de las personas que consumen alimentos ultraprocesados, usando como base la información de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012 (Ensanut).

“Nos enfocamos en observar cómo era el comportamiento social, no solo en países latinoamericanos sino también cómo este consumo ha progresado en países de altos ingresos, como Estados Unidos o Canadá”.

Este estudio contempló cinco variables sociodemográficas: sexo, grupo de edad, nivel socioeconómico, zona geográfica y nivel educativo. En cuanto al primer rubro, en México se observó que son las mujeres quienes consumen más estos productos, de donde adquieren aproximadamente 30.1 por ciento de las calorías diarias, mientras que los hombres obtienen 29.5 por ciento de su consumo total de calorías de los ultraprocesados.

El trabajo de Marrón Ponce se complementó con trabajos similares de países como Canadá, Ecuador, Chile o Estados Unidos.

Los alimentos ultraprocesados se caracterizan por ser aquellos que atraviesan procesos industrializados y están hechos de varios ingredientes, algunos de ellos obtenidos de manera sintética; estos productos suelen estar listos para comer, por lo que su presentación puede ser en envases listos para calentar o en envolturas, como las frituras.

“Son aquellos productos que están listos para ser consumidos de forma inmediata. Una particularidad que tienen estos productos es que están hechos de muchos ingredientes, como mínimo incluyen seis ingredientes, entre ellos sustancias que normalmente no se utilizan en la cocina tradicional”, señala el investigador.

Dime lo que comes y te diré quién eres

En la variable de grupo de edad, se evaluaron cinco periodos: 2-9 años, 10-19 años, 20-39 años, 40-59 años y más de 60 años. En el caso de México, el primer grupo (2-9 años) fue aquel en el que se detectó que consumen más alimentos ultraprocesados, con un promedio de 38.6 por ciento del total de calorías obtenidas de estas fuentes de comida.

Aunque esa ingesta no es saludable, contrasta con el consumo de otros países como Estados Unidos, donde ese grupo de edad consume más de 65 por ciento de sus calorías de alimentos ultraprocesados, o con Ecuador, donde se reportó un consumo de aproximadamente 16 por ciento en las personas de menor edad.

De los tres niveles socioeconómicos evaluados, bajo, medio y alto, se observó que el primero de ellos es el que menor consumo de ultraprocesados reporta, con un promedio de 23.5 por ciento de las calorías de su dieta, mientras que los otros apartados se encontraban en 31.3 por ciento y 33.6 por ciento, respectivamente.

En la variable de la zona geográfica, se reportó que los ciudadanos de áreas urbanas son mayores consumidores (32.4 por ciento) ante los de zonas rurales (22.9 por ciento); esa tendencia de más consumo en ciudades que en áreas rurales se observa en casi todos los países evaluados, con excepción de Canadá y Australia.

En cuanto al nivel educativo, se consideró a ciudadanos de más de 20 años en tres grupos: alto, medio y bajo. En México, se registró que aquellos con nivel educativo alto eran quienes consumían más ultraprocesados (37 por ciento), seguidos de los que tienen un grado medio (29 por ciento) y los de rango bajo (21 por ciento).

Sin embargo, el maestro Marrón Ponce señala que aún hace falta esclarecer este último rubro, pues es necesario no solo evaluar el nivel educativo —que podría atribuirse a una relación laboral estable— sino también los conocimientos alimenticios que tengan los ciudadanos, para así poder conocer si existe una educación alimenticia ideal.

Un estudio internacional

Marrón Ponce menciona que el consumo en exceso de estos productos puede generar enfermedades crónico degenerativas, como diabetes, sobrepeso u obesidad, lo que convierte el consumo indiscriminado de estos alimentos en un riesgo para la salud mundial.

“Tratamos de detectar los segmentos sociodemográficos de la población que tienen mayor riesgo al consumir esos productos”, explica Marrón Ponce. Los resultados de este perfil de consumidor mexicano se elaboraron junto a otros especialistas, que indagaron la información de otros países como Canadá, Ecuador, Chile, Estados Unidos, Australia, Brasil, entre otros.

El trabajo del maestro Marrón Ponce se complementa con los indicadores de otros ocho países; al igual que el investigador, otros profesionales de la nutrición participaron en este proyecto internacional: Larissa Baraldi (Brasil y Estados Unidos), Fernanda Rauber (Reino Unido), Milena Nardocci (Canadá), Priscila Machado (Australia), Gustavo Cediel (Chile), Neha Khandpur (Colombia) y Philippe Belmont Guerrón (Ecuador).

El investigador nutricional menciona que este estudio internacional señala algunas diferencias de consumo entre los países considerados en transición alimentaria y aquellos que ya se consolidaron como potencias, por lo que podría ser un trabajo para acercarse a las políticas públicas implementadas en aquellos estados con mínimo consumo de ultraprocesados y así frenar el uso de este tipo de productos en las naciones emergentes.

CONACYT.
 
 

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