La deforestación consiste en la eliminación de un bosque para darle un uso no forestal, esta puede ser originada de manera natural o por la intervención del hombre, en ambos casos se genera pérdida de biodiversidad, reducción de hábitat de las especies y la fragmentación del lugar; consecuentemente, se altera el ciclo del agua y la capacidad para la absorción del CO2; situaciones que propician finalmente el calentamiento global de nuestra planeta.
Un estudio hecho por los expertos del Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo (Suecia), el Centro de Investigación de Biodiversidad y Clima de Senckenberg (Alemania) y la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega para cuantificar la relación de la dieta europea con respecto a la huella de la deforestación, señalan que la quema y tala de los bosques para la agricultura, las industrias madereras y la minería, son los protagonistas de este mal; en América del Sur los principales productos alimenticios que deforestan son la carne y la soja, y en el Sudeste asiático es el aceite de palma.
El estudio especifica que las empresas alimentarias han implementado políticas consistentes en dejar de importar productos provenientes de esos lugares deforestados, con el objetivo de lograr para el 2020 una deforestación cero, sin embargo, los expertos concluyen que, “es necesario que se apliquen leyes medioambientales más severas para los exportadores de alimentos, y que los legisladores y las empresas colaboren para que realmente se cumplan, evitando el mayor daño que pueden ocasionar”.