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Hernán Cortés, las 5 esmeraldas. (Segunda parte)

Tesoro de los emperadores Aztecas a Vitzilpuchtli, Dios de los ejércitos

  
Nota publicada el 8 de julio de 2019
por José Luis Fernández Ruiz

Hernán Cortés de Monroy y Pizarro verdadero nombre del descubridor y conquistador de lo que sería México nace en 1485 y muere el 2 de diciembre de 1547 a los 62 años, fue Capitán general de la Nueva España, Alcalde de Santiago de Cuba y Marqués de Oaxaca.

La enemistad con el emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico fue como lo narra el Padre Francisco López de Gómara, confesor que fue del gran aventurero y compañero de glorias y fatigas en la nueva España.

Extracto ¨… Hernán Cortés reservo para él cinco magnificas esmeraldas del llamado el tesoro de los dioses del imperio azteca.

Una estaba tallada en forma de rosa; la segunda representaba un cuerno de caza; la tercera tenía un aspecto de pescado, con sus ojos en oro; y la cuarta semejaba una campanilla de oro sirviendo de badajo una gruesa perla de incomparable oriente.

Hernán Cortés la había mandado montar en oro y ponerla en su armadura esta divisa; ¨bendito Dios que te creó.

¨En cuanto a la quinta esmeralda la habían tallado los indios en forma de copa.

Al traerla a España, su poseedor hizo la añadir un pie de oro y recubrir los bordes con filete de oro¨

Por esa sola piedra, la más hermosa de todas, ciertos mercaderes genoveses que se hallaban en la Rábida al desembarcar Cortés, le ofrecieron 40,000 ducados para revenderla al Gran Turco. Las cinco esmeraldas estaban valuadas en 100,000 ducados y llegando adquirir tal renombre en España, ocurrió que la emperatriz Isabel esposa de Carlos V, las quiso poseer.

El soberano propuso a Cortés, la cesión de las joyas por el precio que él quisiera y prometiéndole de añadidura el disfrute de grandes beneficios en tierras conquistadas. Cortés se negó a entregárselas, siendo este el principal disgusto de una emperatriz y el odio del monarca más poderoso del mundo.

El final de estas joyas es poco digno. Llevándolas Hernán Cortés a la desastrosa expedición de Argel, como amuleto y como forma de pagar su rescate en caso de caer en manos de corsarios o berberiscos.

Desecho por los escollos el galeón Esperanza en que iba Cortés, y obligado éste a arrojarse al agua para ganar la orilla a nado, ¨metió en un pañuelo- dice Gómara – todo el dinero que tenía juntamente con las esmeraldas, se lo ato al cuello. Las preciosas joyas, bien por descuido o fatalidad, cayeron al cieno profundo y se perdieron para siempre.

A partir de esa época, la vida del glorioso caudillo fue un calvario que lo llevó a morir olvidado en Castilleja de la Cuesta en Sevilla a la edad de 63 años. Su cadáver fue inhumado en Sevilla, fue traslado a México en 1562 por un hijo del conquistador.

Su sepulcro se encuentra en el Convento de San Francisco en la ciudad de México, uno de sus adornos reproducen las cinco esmeraldas que acarrearon la desgracia al antes afortunado descubridor y conquistador de imperios para la corona española.

José Luis Fernández Ruiz. Director del Patronato Centro Histórico Turístico Cultural de Ensenada, A. C.
 
 

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