Pongámonos de acuerdo, el Gobierno bien o mal ya hizo su parte, ahora nos toca lidiar con un enemigo que ya juega en nuestra cancha.
Informados estamos del virus, de la enfermedad que provoca y de las consecuencias fatales que ha dejado en miles de familias.
Consecuencias que seguramente se incrementarán, ante una vacuna que se avizora lejana y una irresponsabilidad ciudadana que se agiganta.
El gobierno, les decía, ya hizo su parte en la tarea que le corresponde dentro de la pandemia: Informar, alertar y prevenir y atender.
Cierto. Nos mal informó.
Cierto. Nos más alertó.
Cierto. Nos mal previno, y
Cierto. Nos mal atiende.
Por eso ahora nos toca jugar nuestra parte y jugar de manera responsable.
El gobierno no andará tras de nosotros para verificar si nos ponemos la mascarillla o no, para saber si no la ponemos bien o mal; no andará tras de nosotros para cuidamos de nuestros hijos y de nuestros abuelos.
El gobierno tampoco será nuestra sombra, para saber en donde nos metemos, en donde consumimos y con quien nos juntamos. Esa ya es nuestra responsabilidad.
El gobierno no invadirá nuestra casa para inspeccionar si aseamos nuestras manos, si somos ordenados o nos vale un pepino la pandemia y sus consecuencias.
Ahora, insisto, el juego está en nuestra cancha y, créalo, el rival que tenemos enfrente no se tentará el corazón para ponernos de rodillas.
Y también, créalo, si le aportamos responsabilidad y solidaridad podemos salir bien librados.
Responsabilidad y solidaridad, aunque nos resulte complicado.
Lo que debemos hacer ya está de sobra decirlo. Está de sobra también recordar las recomendaciones y los exhortos.
Está de sobra recalcar sobre los riesgos, sobre las limitaciones hospitalarias y sobre las fallas gubernamentales.
Está de sobra escudarnos y justificarnos.
Lo que hagamos hoy hará la diferencia.
Y es que la pandemia ya juega en casa.