Se siente uno más lleno por más tiempo al comer una manzana que al tomar el jugo, la razón es la sensación de saciedad que da la textura.
Un meta-análisis publicado por un equipo de investigadores interdisciplinarios de la Universidad de Leeds, ha llevado a cabo la primera revisión sistemática sobre los efectos de la textura de los alimentos (forma, viscosidad y complejidad estructural) en la saciedad, y revelan, que tanto los alimentos sólidos como los más viscosos reducen significativamente el hambre y promueven la saciedad en comparación con los alimentos líquidos y de baja viscosidad. Este meta-análisis seleccionó solo 23 de los 8,530 artículos revisados que se ajustaban a los criterios estrictos para abordar la comprensión de la influencia de la textura de los alimentos en el control del apetito, en el deseo de comer, en la sed, etc.
Por lo tanto, el interés de la industria alimentaria es diseñar productos que sean muy apetitosos y que incluso inviten a comer más y más, de ahí el uso abusivo de potenciadores del sabor y aromas, así como de elementos y procesos de elaboración con los que conseguir texturas que, más que saciar, provocan que comas más porque resultan irresistibles.
La autora principal de este estudio, Ecaterina Stribițcaia, concluye “Existe una necesidad significativa de más investigación en este campo. Abordar la textura de los alimentos por sí solo no es el 'santo grial' para afrontar el problema de la obesidad en el mundo, pero definitivamente puede hacer una contribución positiva en general y tendrá un efecto potencialmente grande en el control del peso para algunas personas".