Nos encontramos en una situación difícil por la pandemia del COVID-19 en estos momentos requerimos mucho amor y comprensión, para conservar la unión familiar la célula más importante del progreso de nuestra ciudad, transcurren los días sin solución optimista a nuestra vida social. Extraño los días festivos que se esperaban con alegría, ahora todos los días son iguales a razón de ello recordé una propuesta que leí hace meses en un periódico de 1895 llamado El Mundo Ilustrado, impreso en la Ciudad de México.
En 1895 la gente comentaba con motivo de la conmemoración del 84 aniversario del fusilamiento del cura Miguel Hidalgo y Costilla.
¨No quitándole los méritos como Padre de la patria a Don Miguel Hidalgo y Costilla, vemos que el Gobierno empieza a preparar la manifestación anual para esta conmemoración, las fuerzas vivas que mantenemos con el pago de nuestros impuestos el crecimiento de nuestro país y sostenemos a los gobiernos, nos manifestamos en contra estos días festivos.
Honrar a los héroes es siempre digno de loa y si alguien lo merece es sin duda el hijo de Dolores. Por desgracia, tales apoteosis se van haciendo muy frecuentes entre nosotros y en el balance del trabajo nacional arrojan un saldo desfavorable para nuestro progresivo enriquecimiento.
Al año hay que entre festividades cívicas y religiosas son noventa días de total inacción. Y tres meses de parálisis, es un desperdicio de enormes fuerzas en las labores del campo, de comercio y de nuestra incipiente industria, no podría sostener un derroche equivalente a una cuarta parte de su acción anual y si cada manifestación de estas ha de prolongar nuestra miseria, lo razonable es buscar una fórmula que concilie estos dos intereses de tan diverso orden.
A nuestro juicio, la solución podría obtenerse estableciendo dos grandes días festivos un día consagrado para honrar a los héroes de la independencia y otro para los héroes de la reforma.
No hay que guiarse por un falso patriotismo si el amor a la patria consiste en pretender para ella el mayor bienestar, en trabajar por su enriquecimiento, lo que proponemos entra en el más bien entendido y sólido patriotismo.
Bastantes energías enervadas, bastantes actividades existen en la República para pretender crear una anquilosis artificial.
Cuando mayor parte de los distritos del país demandan brazos, es una extraña anomalía cercenar a los pocos que contamos durante tres meses al año.
El día que la exportación nacional haya duplicado su volumen, cuando las facultades de adquisición permitan atender a un cuadro más amplio de necesidades, cuando la luz rojiza de los fuegos de artificio lanzados al aire en estas festividades no ilumine a un grupo humano, hambriento y desnudo, entonces estos dos aniversarios que proponemos serán dignos de la patria.
Entre tanto no hay que gastar pólvora en salvas.
Honremos a los héroes de tal modo que las apoteosis que de ellos hagamos se muestren a la altura de sus altos hechos explicándolos en las escuelas y no con inasistencias a ellas.
¿Cuántos días festivos: Municipales, estatales, federales, vacaciones, descansos laborables sindicales, cual es la productividad que tenemos a 125 años de este escrito, cuanta gente con hambre, ¿y como esta nuestro balance entre exportación e importación? ¿Cuánto gastan diariamente nuestros políticos en promoverse? ¿Cuánto en justificarse que México está bien? ¿Por qué gastar en partidos políticos con nuestros impuestos? ¿Para qué seguir teniendo celebraciones de días festivos sin trabajar si son virtuales las ceremonias?