Les pregunto:
¿Y si en lugar de las personas adultas o con morbilidades, fueran los niños los más vulnerables ante la pandemia por covid?
¿Y si en el caso sólo de Ensenada estuviéramos contabilizando casi un millar de menores fallecidos?
¿Actuaríamos igual?
¿Nuestros gobernantes usarían cubreboca?
¿Predicarían con el ejemplo?
¿Se respetaría el semáforo sanitario?
¿Habría más médicos y recursos en hospitales?
¿Respetaríamos la sana distancia?
¿Nos quedaríamos en casa?
¿Nos seguiríamos reuniendo, saliendo, festejando?
¿Promocionaríamos el uso del hidróxido de cloro, tés milagrosos o estampas protectoras?
¿Nos conmovería saber de niños intubados?
¿De niños aislados en hospitales?
¿De niños sepultados en solitario?
¿Aceptaríamos vacunar a nuestros niños?
¿Se levantaría un censo para vacunarlos?
¿Creeríamos en la existencia de la pandemia?
¿Cuántas interrogantes, verdad?
Si fueran niños los vulnerables ante la enfermedad, otra sería la historia que estamos escribiendo.
Pero, porqué no actuamos de manera responsable sin importar quien enfrenta más riesgos ante el Covid?
Las personas adultas, las que ya se fueron a consecuencia de la pandemia, los que estamos en la línea de riesgo, también contamos.
Cierto. Aunque en los hechos evidenciamos que para cada rango de vida hay un precio.