Con la cercanía de la celebración del festejo por el nuevo año 2022, hacemos promesas y recordamos nuestros errores, recordé el escrito que leí en ACI Prensa Vaticano pronunciado en la visita del Papa Francisco a las Filipinas. Su discurso es muy acorde a nuestras circunstancias personales, de Ensenada y nuestro entorno.
El Papa Francisco aconsejó cómo vivir mejor el tiempo que Dios nos ha dado en esta vida para evitar la enfermedad de la “amargura del alma”. En primer lugar, el Papa destacó que para evitar la amargura del alma es importante “conocer el pasado, proyectados hacia el futuro, para vivir mejor el presente, un tiempo oportuno para la formación y la santificación, acogiendo las oportunidades que el Señor da para seguirle y configurar su vida a Él”.
En su discurso en el colegio filipino en marzo de 2021, el Santo Padre recordó que el tiempo del que está hecha nuestra vida “es un don que Dios nos ha dado y ha confiado a nuestra responsabilidad, para que sepamos aprovechar la oportunidad para decir nuestro ‘gracias’, para hacer buenas obras y mirar al futuro con esperanza”.
Por ello, el Papa Francisco sugirió pensar en el pasado “en la historia que cada persona y cada realidad llevan consigo”, porque retroceder en el tiempo “es caminar con la memoria, desandando los pasos de los que nos han precedido, para volver a los orígenes con sentimientos de gratitud y asombro por lo que se nos ha dado”.
“Cada uno de nosotros debe mirar atrás y recordar los tantos pasos, bonitos y feos, buenos y malos, pero viendo siempre que allí está la Providencia de Dios. Mirar al pasado nos hace recordar a quienes por primera vez hicieron que nos enamoráramos de Jesús -un párroco, una monja, nuestros abuelos o padres-, con quienes estamos en deuda por el don más grande”, afirmó el Papa.
En este sentido, el Santo Padre también aconsejó: “Cuando se sientan cansados y desanimados -nos pasa a todos sentirnos abatidos- por alguna prueba o fracaso, miren hacia atrás, a su historia, no para huir a un pasado ‘ideal’, sino para redescubrir el ímpetu y la emoción del primer amor.
“Volver al primer amor. Sienta bien volver sobre los pasos de Dios en nuestra vida, todas las veces que el Señor se ha cruzado en nuestro camino, para corregir, animar, retomar, revivir, perdonar. Así tenemos claro que el Señor nunca nos ha abandonado, que siempre ha estado cerca de nosotros, a veces de forma discreta, otras de forma más evidente, incluso en los momentos que nos parecían más oscuros y áridos”.
De este modo, el Papa alertó sobre “la mística de las quejas” y animó a no darle vueltas al “laberinto de las quejas propias, de las propias insatisfacciones, de los disgustos propios”, ya que “este es el principio de una enfermedad muy fea que es la amargura del alma”.
Asimismo, el Santo Padre indicó que el presente es “el único tiempo que está ahora en nuestras manos y que estamos llamados a aprovechar para un camino de conversión y santificación”.
“El presente es el momento en el que Dios llama, no el ayer, ni el mañana: hoy estamos llamados a vivir el hoy, incluyendo sus contradicciones, sufrimientos y miserias -incluidos nuestros pecados- que no hay que huir ni evitar, sino asumir y amar como ocasiones que el Señor nos ofrece para estar más íntimamente unidos a Él y también en la cruz”, dijo el Papa.
Por último, el Santo Padre concluyó que “si el pasado nos ofrece la oportunidad de ser conscientes de la solidez de nuestra fe y nuestra vocación, el futuro ensancha nuestros horizontes y es una escuela de esperanza”.