El pan de muerto es un pan dulce mexicano típico del Día de Muertos, está hecho con harina de trigo, huevo, levadura, leche, azúcar, mantequilla y se perfuma con un toque de sal, anís y azahar (flor del naranjo). El pan de muerto es uno de los elementos tradicionales que se colocan en el altar de muertos para honrar y recordar a los seres queridos que han fallecido.
Sobre su origen, cito lo que expuso Stanley Brandes en su libro Skulls to the Living, Bread to the Dead (Calaveras a los vivos, Pan a los muertos) que dice “Para la cuestión de los orígenes europeos versus indígenas (pan de ánimas Vs papalotlaxcalli) no puede haber una solución simple hasta que salgan a la luz fuentes coloniales más extensas.
Por ahora, la evidencia indica que el Día de Muertos mexicano es un invento colonial, un producto único de los procesos demográficos y económicos coloniales. Los principales tipos y usos de los alimentos en esta festividad definitivamente provienen de Europa.
Después de todo, no hay tortilla de muertos sino pan de muertos, detalle muy significativo. Tampoco existía la caña de azúcar en las Américas antes de la conquista española.
De España proceden la existencia de panes especiales y dulces a base de azúcar, la costumbre de depositar estos y otros alimentos en las tumbas y altares, la práctica de la mendicidad y otros mecanismos distributivos. Al mismo tiempo, la particular forma antropomórfica que asumen los dulces del Día de Muertos es parte de la tradición tanto española como mexica.
Esta combinación de hábitos y gustos culinarios españoles e indígenas sin duda culminó en los patrones de ofrenda que observamos hoy. La ofrenda en sí es probablemente española, aunque durante mucho tiempo ha asumido una importancia en México que supera con creces la de la madre patria”.
Dejemos el misterio de su origen a un lado y mejor disfrutemos de este delicioso pan; uno de los mayores exponentes gastronómicos del mestizaje.