Como si se tratara de modernos Santa Claus, los candidatos a la Presidencia de la República, recorren el país haciendo promesas.

Algunas, posibles y necesarias, otras irreales, absurdas y la mayoría, con significativos costos para el erario público.

Las promesas que hacen los candidatos le llegan a una parte de la sociedad para quienes no tener acceso a los medicamentos en tiempo y forma es una cuestión de vida o muerte.

Uno de los candidatos dice que si en las instituciones no les dan medicamentos, se entregarán vales para comprarlas.

Otro asevera que habrá pensiones para todos los adultos mayores, algo necesario para miles de ancianos que viven en la pobreza.

Otro se ha referido a las computadoras portátiles, a las becas educativas a las becas alimentarias.

Aseguran que en sus gobiernos habrá créditos blandos o a fondo perdido para el campo, la pesca y las micro empresas.

Son, en cada uno de los casos, temas necesarios y urgentes, pero, maldito pero. Todas cuestan.

Los candidatos han dicho que van a hacer, pero no han dicho como.

El dinero no cae del cielo. Ni es mágico, por eso mis dudas

¿Pedirán préstamos al Banco Interamericano de Desarrollo y engordarán la deuda externa?.

Aumentarán los impuestos, como siempre a la única base que tienen para generarlos que son las empresas y los trabajadores formales.

Venderán paraestatales, (las que quedan) terrenos nacionales o terrenos en zonas federales. ¿Privatizarán la banca?.

Generarán impuestos especiales.

¿Como le van a hacer?. Ese es el detalle, un detalle del que debemos estar atentos, porque finalmente el dinero no es de los candidatos, sus partidos y sus miembros o los funcionarios. Es de México y es un país completo con todo y sus habitantes, al los que podrían empeñar si no les ponemos atención y les exigimos antes de votar que nos digan ¿Cómo?.