Que conste que yo no fui el autor intelectual, porque luego todas me las atribuyen, pero prometí que esto lo escribiría y alla voy.
Este lunes fuimos a un evento oficial, parte de la chamba pues, donde como es costumbre tenemos que escuchar los discursos que por lo general suman cuatro, uno del anfirión, otro del que quiere pero no sabe de lo que esta hablando, otro del que sabe y uno porque no le queda de otra y aparte tampoco sabe.
No necesariamente en ese orden pero casi siempre es asi, salvo extrañas excepciones, muy pero muy extrañas donde alguien dice algo inusual, importante y trascendente.
Pues bien entre los participantes de ayer estaba el alcalde Cesar Mancillas quien por cierto es largo al hablar.
De hecho hemos llegado a la conclusión que tiene una fijación emocional con los micrófonos y siempre esta dispuesto a platicarles o cantarles y a veces se va de paso.
Este lunes no fue la excepción y con lo trinches que somos los reporteros a uno de ellos, -que conste no fue a mi-, se le ocurrió armar una quiniela para apostar el pago de un jugo a cada uno de los participantes, del que le atinara o se acercara mas al tiempo que se tardara en hablar.
Uno, el de la idea, en plan buena onda le dio ocho minutos, una eternidad tratándose de oratoria, pero que es un lapso breve para Mancillas tratándose de discursos.
Yo le di 12 minutos y el siguiente 15 minutos, uno mas llegó tarde y le aplicó 20 minutos pero no alcanzó a apostar.
Cronómetro en manos empezamos a contar los minutos y cuando ya hiban dos y no terminaba de presentar al presidium y otros asistentes, le dijimos al de los ocho minutos que le perdiera el amor al dinero que gastaría en nuestros jugos.
Pasaron los minutos de los cuales la única idea que se me grabó, fue la de un huevo recién quebrado en la que se convierte el cerebro de las personas que usan drogas y pensé que si fuera uno de los niños que lo oían, en mi vida volvía comerme un huevo y menos si fuera estrellado.
A los ocho minutos el apostador de los ocho minutos se empezaba a resignar mientras el de los doce empezaba a contar los segundos y un grupo ya considerable de reporteros y no reporteros lo medíamos cronómetro en mano.
Yo ya me saboreaba el jugo, porque en el minuto 12 automáticamente ya estaba a mi favor y en efecto al minuto 13 con 25 segundos, el alcalde por fin se despidió.
Luego nos fuimos a hacer entrevistas y unos minutos después finalmente llegamos a la juguería...... ¿asi se dice? y cobre la apuesta.
Por cierto un jugo de naranja con fresa y piña que estaba ya listo cuando yo llegúe.
P.D La próxima ves apostaremos con Elorduy pero, esta si será de 30 minutos para arriba.
P.D. Si quieren saber quien fue el autor intelectual.. observen un carro azul con un logo Amarillo que le va al Atlante.