Se le ha llamado Operación Tijuana y como otros operativos anteriores con nombres por demás rimbombantes, por ahora solo generan entre los bajacalifornianos dudas respecto a si en realidad esta vez el operativo servirá de algo.

La duda no es gratuita, se la ganó a pulso un gobierno federal donde sus tres poderes han dado una y otra vez muestras de corrupción e ineptitud.

¿Por lana o por miedo? Eso hace mucho es lo de menos, el hecho es que no han hecho su trabajo y mientras ellos se hacían como que trabajaban, el narco, en efecto trabajaba y crecía para convertirse en uno de los corporativos económicos mas importantes y poderosos no solo de México sino del mundo.

El impacto del narcotráfico ha sido estudiado ya por numerosos especialistas desde todos sus ángulos, desde el social donde ha sido notable su influencia en el desarrollo de comunidades enteras, y el cultural que ha generado a su alrededor no solo la admiración a los narcotraficantes famosos, sino música y credos.

El económico donde ha provocado que como hongos tras la lluvia, familias enteras que desde siempre habían sido miserables, de la noche a la mañana enriquecieran y como el amor, no pudieran esconder la aparición misteriosa de autos último modelo, joyas, hijos en colegio y negocios que aunque solos, parecieran producir grandes ganancias.

Tijuana y en general el Estado no son excepción de ésta regla, de hecho la magnifican y la encarnan en muchos aspectos.

Sin embargo el Estado hace mucho tiempo, demasiado quizá, dejó de ser el paso obligado de la droga hacia Estados Unidos para convertirse en uno de los consumidores de drogas mas grandes del país con respecto a su población.

Para nadie es un secreto el crecimiento de los consumidores y de los vendedores de droga que por la falta de un mercado cada vez mas difícil de accesar (Estados Unidos) decidieron hacer un mercado doméstico que ha resultado exitoso.

De esta forma si bien se establece un operativo que busca sacar a los peces gordos o por lo menos a las cabezas operativas de los cárteles y sus sicarios, no será efectivo, sin haber realizado reformas legales que garanticen que al atraparlos, en efecto, se tendrán los mecanismos adecuados para evitar que salgan libres.

Quien será el valiente o los valientes que establecerán una “Operación PGR” y “Operación Judicial” en la que los narcoprotectores vayan junto con sus protegidos a las cárceles y no hagan lo que han hecho los últimos años, liberarlos y mantener la regla aquella de “Los mejores jueces que el dinero puede comprar”.

Pero no es todo, va mas allá aun, ¿qué van a hacer con los adictos?, mientras haya mercado habrá vendedores, y si hay clientes habrá quien surta.

¿Que programa se planea establecer para garantizar que los adictos vayan a centros de rehabilitación obligatorios, y solo puedan salir cuando estén curados?

El problema del narcotráfico pues, no es solo un operativo donde veamos muchos soldados y policías, donde un perro olfatee en busca de mota o de otras sustancias, va mas allá.

Debe ser el eslabón de una larga, pero muy, muy larga cadena en donde la sociedad entera esta atorada y solo limpiando pieza a pieza se podrá llegar a descontaminar totalmente.

Ojalá y la Operación Tijuana sea en la realidad el inicio de una serie de medidas urgentes para erradicar uno de los fenómenos mas terribles de nuestra realidad actual y en donde nadie debe olvidar, la responsabilidad no es solo de soldados, policías, legisladores, Jueces, Generales o Presidentes, también nos toca a nosotros.