La semana pasada, platicaba con dos amigos, ambos perfectos caballeros, que por distintas circunstancias en esos momentos no tenían a la mano a sus mujeres.

Uno por cuestiones personales se acababa de separar y el otro, tiene una esposa cuyas actividades laborales la mantienen muy seguido fuera de casa.

El primero de ellos el que se acababa de separarse me contaba acerca de sus nuevas experiencias como “soltero” y como de buenas a primeras había tenido que tomar las riendas de su vida en todos los planos.

Me sentí conmovida, especialmente porque sabía lo importante que era para él su hogar y no pude dejar de cuestionarle, qué era lo que más extrañaba de estar solo.

Esperaba algo como el calor del hogar, dormir acompañado, comida casera o simplemente casa.... pero no fue así.

Su respuesta fue clara, breve y concisa -Calzoncillos limpios-

No sé que cara puse, pero me empecé a reir y a preguntarle, si me estaba hablando en serio o me estaba cotorreando.

Pero con la misma claridad que antes me dijo, calzoncillos limpios. Aclaró enseguida: -mira-, las camisas te las puedes poner arrugadas y hasta sucias, los pantalones sin lavar, pero calzoncillos no, ni andar sin ellos porque te rozas. –lógico no-

Y como le haz hecho, pregunté... bueno me dijo, compre nuevos. Y luego de un mes de estrenar calzones, decidí empezarlos a llevar a la lavandería.

Unos dos días después otro amigo cuya esposa estaba fuera por cuestiones laborales, me platicaba de lo complicado que es no tener mujer en casa y de nuevo, no pude evitar preguntarle que era lo que en ese momento mas extrañaba.

Su respuesta fue clara, breve y concisa....-Ya se me acabaron los calzoncillos limpios-

No pude evitar reirme y explicarle que existe un aparato llamado lavadora en el cual los calzoncillos se colocan, se sigue la instrucción de un botón que tiene dos o cuatro ciclos de lavado y luego de encenderla y ponerle una media taza de jabón el asunto queda resuelto porque los calzoncillos se lavan solos.

Pero me aclaró, no se lleva bien con ese aparato y prefirió comprarse unos nuevos,

Esta semana, continué, pero ya por curiosidad malsana, preguntando a todos aquellos amigos a los que les tengo suficiente confianza, lo que mas extrañan de sus parejas cuando por alguna circunstancia, ellas son las que no están en casa... Y aunque ustedes no lo crean el asunto de los calzoncillos de nuevo salió a relucir.

En todos los casos, aceptan lavar platos, comer en la calle, dormir solos, no sacudir cama ni cambiar sábanas, ponerse una camisa arrugada o pantalones que se paran solos de tan mugrosos, incluso repetir calcetines. Pero ninguno, al menos con los que yo platique, trae los calzoncillos de dos días.

Interesante ¿no? Nunca imaginé que la respuesta a la interrogante de que es lo que más extrañan los hombres de las mujeres fuera a final de cuentas algo tan simple como calzoncillos limpios.

P.D. Actualmente analizo, publicar un curso dirigido al género masculino sobre esa misteriosa máquina futurista llamada lavadora, con el riesgo de que me envíen un curso de manejo de vehículos de transmisión estándar.