Los pelos de la mula tricolores

Nota publicada el 23 de febrero de 2003
por Elizabeth Vargas

Si bien esta semana hay bastante tela de donde cortar en diferentes espacios de la actividad local, me enviaron una columna por demás ponzoñosa y divertida de mi autor favorito, Germán Dehesa que sin su permiso reproduzco en esta columna con lo cual espero que entiendan aquello de que tan malo el pinto como el colorado, o lo que es lo mismo los blaquiazules que los tricolores, por lo menos en el caso de Ensenada.

Por GERMÁN DEHESA

GRUPO REFORMA

Como me suele suceder, el espíritu siempre alerta de Miguel Ángel Granados Chapa se me adelantó con un breve comentario que escribió acerca del último logro propagandístico del PRI: Cuando tuve, yo te tuve, te mantuve y te di.

Miguel Angel ya mató al cochinito, séame permitido hacer algunas carnitas, en la inteligencia de que mis comentarios no serán ponderados, ni objetivos, ni serenos. Hablo desde el ataque biliar masivo que experimento cada vez que escucho en el radio la cínica cantaleta. Siento como mentada de madre, siento que alguien llenó un calcetín con arena húmeda y me está arreando un calcetinazo entre nuca, coronilla y madre. Veamos.

Cuando tuve: ésta es la parte más coherente y sostenible de todo el

promocional. ¡Vaya que si el PRI tuvo!, tuvo poder absoluto, tuvo el

control de todo un país, tuvo dinero, que, por cierto, era nuestro, en

cantidades inimaginables, tuvo a su servicio las armas, la violencia

ejercida siempre, según los priístas, para favorecer la armonía y la paz

social, tuvo el control absoluto de los medios de comunicación, tuvo a

todo un país en rehén.

Por supuesto que tuvo.

Yo te tuve: aquí ya entramos en materia opinable. En algún sentido, es cierto que el PRI nos tuvo a todos, y así nos fue.

Asociado con los empresarios, con un inmenso poder para crear complicidades y para

manejar y aborregar a los campesinos, los obreros, los maestros y a cuanto gremio se le atravesara (aun el de los narcos), en realidad el PRI sí nos tuvo en un puño y aunque por muchas décadas, existimos los que no lo tolerábamos y nos oponíamos y criticábamos, éramos al fin y al cabo parte del juego y hasta servíamos para fortalecer la imagen

respetuosa y tolerante del tricolor.

A algunos los tuvo a base de premios, a otros los retuvo valiéndose del miedo y a otros más, mediante la indiferencia. Ni nos veía, ni nos oía.

Te mantuve: ésta es una magna y perversa imbecilidad. Cuanto dinero empleó, casi siempre mal, el PRI, era originalmente nuestro.

Ni a mí, ni a millones de mis compatriotas nos mantuvieron esos bellacos.

Lejos de eso, nos robaron hasta el cansancio, nos anunciaron abundancias que

nunca llegaron, toda obra que emprendieron con el dinero que les confiamos resultó el doble o el triple de cara y todavía nos salieron con el cuento de la educación gratuita, los libros de texto gratuitos y una serie inmensa de supuestas gratuidades que se pagaron con el dinero que dimos, o con el que debemos.

A mí, ustedes, cínicos tricolores, no me han mantenido jamás. Lo cierto e inobjetable es que nos mantuvieron en el atraso, la mediocridad, la siempre renovada angustia, la abyección moral y la postración.

En eso nos mantuvieron. Que me lo digan cantando lo vivo como afrenta personal, moral y neuronal.

Y te di: ¿qué me dieron que no nos hubieran quitado previamente?.

Respóndanme. No se hagan que la Virgen, Derechos Reservados, les habla.

Ustedes sí se sirvieron a gusto. Con el mandato que la ciudadanía supuestamente les había dado, usaron nuestro dinero para comprar conciencias, billetear líderes, chayotear periodistas, comprarse sus aviones, sus mansiones y cuanta cursilería se les ocurrió. No una, sino muchas veces, he visto a tal licenciado, a tal contador, a tal maestro o

maestra que sólo necesitaron dos o tres años en el gobierno para evolucionar de perico perro a magnate financiero con cuentas en todo el mundo y camisita con iniciales. Como ya dije: me basta oír la cancioncita para comenzar a retorcerme como tlaconete con sal, almeja con limón, herida expuesta con Merthiolate.

Lo más grave es que nos crean idiotas y que den por un hecho que el país entero tiene Alzheimer colectivo.

Ustedes ya no se acuerdan (no les conviene acordarse); nosotros sí recordamos. Lo bueno es que la comunicación de los otros partidos se ha colocado también en ese nivel primario y babeante. Lo que va triunfando en nuestro ánimo es el abstencionismo.

PD. De haber sabido, Traigo un irracional antojo de langostinos y de chistorra. De haber

sabido que el matrimonio presidencial iba a ir al emocionante mercado de San Juan, les hubiera encargado que me hicieran el mandado.

No creo que a Ortiz le hubiera molestado cargar mi canasta básica. Ya será para la

próxima.

Cualquier correspondencia con esta columna que trata de tenerse, favor

de dirigirla al Apartado Postal 19-111, Delegación Benito Juárez, México

Hasta aquí la columna de Dehesa que recuperé gracias al Correo de otro amigo para que todos ustedes la disfruten.

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