En el transcurso de la semana anterior militares mexicanos fueron detenidos tras señalamientos de sus presuntos nexos con el narcotráfico, un tema que abordado por la prensa en diferentes momentos de la actual administración federal siempre fue negado.
A lo largo de este sexenio, que casi concluye, el Ejército como nunca, obtuvo de un partido político la impunidad total, amparados bajo la premisa de ser los únicos capaces de combatir el narcotráfico.
En nombre de este, Ensenada fue una de las plazas, mas lastimadas, dejando impunes crímenes, que incluyen un ataque sexual en contra de dos mujeres, hechos denunciados en su momento ante las autoridades y documentados en expedientes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la Corte Interamericana.
Pero no solo eso, fueron responsables del asesinato, por omisión o por mera crueldad, de un anciano de 86 años, al que junto con su familia sembraron droga para inculparlos en un delito de narcotráfico del que finalmente fueron absueltos.
En este lapso residentes de Ensenada, fueron víctimas de varios robos, donde estos mismos militares a los que no se persiguió, no se detuvo ni se juzgó, utilizaron como guarida el cuartel con la complacencia de sus Jefes.
No fueron casos aislados, como se declaró entonces, fueron actos delincuenciales y de abuso que quienes debieron perseguir, no pudieron, porque, quienes los ejecutaron contaban con un fuero que los dejaba lejos de la justicia civil.
Todos estos actos delictivos ejecutados por militares en contra de civiles, a lo largo de este sexenio, están documentados en diversos espacios de los medios de comunicación.
Pero en ninguno de estos, hay hasta ahora una respuesta, un detenido, un procesado o un condenado.
En estos casos a diferencia de los que hoy mueven la opinión pública nacional, no hay un proceso electoral de por medio, ni el seguimiento “oportuno” de la PGR.
Quedó solo para las víctimas de los militares que abusaron de Ensenada, la sensación de impotencia, de desconfianza de miedo y coraje.