Los pelos de la Mula y el 7 de junio

Nota publicada el 10 de junio de 2003
por Elizabeth Vargas

El sábado 7 de junio los reporteros de Ensenada celebramos el día de la Libertad de expresión una fecha que originalmente impuesta por un presidente de la República terminamos por adoptarla por decisión propia cuando el resto del mundo y de México lo celebra el 3 o el 4 de mayo desde hace dos años.

El ejercicio de la libertad, es desde siempre uno de los derechos y las responsabilidades mas serias que tenemos los periodistas, el de plasmar los hechos y señalar con imágenes, con palabras escritas o habladas lo que acontece diariamente en nuestro entorno.

Este ejercicio también entraña un grave riesgo, el de equivocarnos y ello puede darse bajo dos premisas, transcribir lo que nos dijeron reporteando con la certeza de que la fuente es creíble o basados en hechos comprobables reales y de los cuales somos testigos, aunque luego nos digan que no pasó lo que pasó.

Es en la noticia, en el reportaje de investigación y en la crónica donde esta la responsabilidad del periodista, de preguntar, de conocer la mayor cantidad posible de versiones, de analizar con ojo crítico al entrevistado, de frente y nunca, a menos que la distancia y el tiempo sean insalvables por teléfono, algo que desafortunadamente no todos lo hacen.

Otra responsabilidad, es la de preguntar, cuestionar, confirmar versiones y no conformarse solamente con las versiones oficiales que no siempre son las verdaderas.

Es necesario obtener documentos, cotejar datos, mantener vivo un archivo donde como testigos permanentes surjan cuando sea necesario para reforzar la información y no creer que porque pasó es la primera vez que pasa.

Esa es una parte, otra la de opinar como en esta columna cuando tenemos o cuando creemos tener los Pelos de la Mula en la mano.

En ella, es donde puedo con mas fuerza ejercer la libertad de expresión, con el riesgo de que no todos estén de acuerdo conmigo y la calificación dada a personas o hechos y retomar historias que luego usted leerá.

Los reporteros sudamos tinta, los periodistas amamos la adrenalina, somos extrovertidos y egocentristas, comemos hasta que la edad nos lo permite, cualquier cantidad de porquerías de pie porque es mas rápido y luego lo aderezamos con café.

Pasamos por nuestros hogares como una ráfaga, de viento Santana por supuesto, porque vamos desacomodando a nuestro paso todo lo que encontramos y luego nos quejamos con los que viven con nosotros por no mantener ordenado el espacio.

Coleccionamos libros, muchos libros, de todos los autores, de todas las corrientes, de todos los estilos, nadie es tan malo como para no reirse de él, y ninguno es tan bueno, aunque sea vaca sagrada, siempre, habrá alguien que diga de él: a mi me aburrió.

Pero los periodistas tenemos algo en común, somos curiosos, nos asombramos fácilmente y adquirimos a lo largo de los años un humor negro capaz de hacer bromas en momentos de crisis.

Creemos que las cosas pueden mejorar, amamos profundamente a nuestro país y a nuestras comunidades y nos conmueven terriblemente las injusticias especialmente cuando son contra niños, mujeres y ancianos.

Mi padre, reportero hasta su muerte, decía que los reporteros pertenecemos a una raza aparte, luego citaba una serie de recomendaciones que ahora sigo:

Defender la dignidad propia por encima de todo.

Ser leal, especialmente a los principios.

No traicionar una cita off the record, aunque se trate de la nota mas importante.

Un buen contacto es mejor que una buena nota.

No se debe creer en las autoridades siempre.

Si hay dudas hay que revisar las leyes.

Tener en el escritorio, la mayor cantidad de códigos y directorios

Confiar en el sentido común y en el instinto.

Observar al entrevistado a los ojos son el espejo del alma

Ser grosero solo en caso de emergencia, pero ser digno siempre.

Si hay una duda razonable, es mejor dejar pasar la nota.

La otra recomendación era que no fuera periodista y me dedicara a hacer cualquier otra cosa, pagan mas, comes mejor y tu lista de enemigos la puedes contar con los dedos de la mano.

Para todos los que trabajan como reporteros, felicidades atrasadas, a los que nos dan información, gracias y a los que no nos soportan, lástima, es algo que nos tiene sin cuidado.

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