El mes de noviembre en casi todas las administraciones municipales es sin lugar a dudas el mes de la oscuridad, aunque también pudiera catalogarse como el mes de Hidalgo.
Los ediles se preparan luego de tres años de abundancia, enfrentarse a la realidad de los empleados comunes y corrientes.
Los que han trabajado y se ubican en los sectores productivos con profesión o negocio propio, saben que pueden retomar su carrera y su negocio, pero los mas, regularmente presupuestívoros saltimbaques que brincan de puesto en puesto, saben que les esperan meses difíciles cuando se les acabe lo que ganaron, si es que ahorraron algo.
Así que la sospecha de que en el previo pactan beneficios, no es raro, ni en esta ni en otra administración. De hecho, en los meses que siguen al fin de administración aparecen todos los permisos y arreglos de última hora que se otorgaron “en lo oscurito”.
Las fechas mas críticas son del 28 al 30 de noviembre que en esta administración agarrarán convenientes jueves, viernes y sábado, en los que al amparo de la noche, las sesiones extraordinarias y secretas, podrían ceder el paso a todos los permisos que se le ocurran.
En esas fechas otras administraciones del PAN y del PRI, lo mismo da, han soltado permisos de alcohol, de fraccionamientos, de casinos, de construcción, de uso de suelo, de cambios a los reglamentos y bonos de última hora.
Lo hicieron Pablo Alejo (casinos) y Daniel Quintero (permisos de alcohol) documentado por todos los medios en su momento.
Pero en esta administración tal parece que Noviembre les pareció muy largo y decidieron empezar con el mes, y con ello modificar el reglamento para el Valle de Guadalupe, pese a la condena generalizada de la sociedad.
El precio que pagarán es alto, mas allá de lo que ocurra en el campo de lo legal con las demandas y amparos que se podrían generar con este asunto.
Por ahora se les insulta a diestra y siniestra en las redes sociales y en los medios.
Se vive un nuevo fenómeno nunca antes visto en nuestra comunidad y que resulta preocupante cuando la frágil frontera, entre el repudio hacia alguien que juró cumplir y hacer cumplir la ley o si no el pueblo se lo demandara, se empieza a traducir en agresión.
La forma de actuar de otras comunidades en el interior del país en estados como Michoacán, Guerrero, Oaxaca donde la justicia se ejecuta de mano propia pareciera que coquetea con una sociedad que pudiera considerarse una de las mas tolerantes de México, la de Baja California en general y la de Ensenada en particular.
El riesgo de cruzar esta frontera es alto, y mas allá de si los regidores y el Alcalde se lo puedan merecer por la forma de burlar lo que prometieron respetar, la ley, es importante reflexionar en que momento, el señalamiento público de alguien que se presume corrupto deja de ser un señalamiento para volverse una calumnia y la razón indignada se vence por la sinrazón de la agresión.
Finalmente existen vías legales y por ellas aunque de forma lenta es mejor transitar. Al cabildo de Ensenada y a los que lo integran en la fracción del PRI, la historia ya los marcó con tinta indeleble por intentar perjudicar una de las zonas productivas más prósperas de Ensenada. Que ellos no nos marquen a nosotros como sociedad.