Los pelos de la mula y el Riviera

Nota publicada el 3 de febrero de 2004
por Elizabeth Vargas

Para muchos Ensenadenses el Riviera del Pacífico, es una muestra de cómo cuando hay voluntad por hacer las cosas bien y con honestidad a toda prueba, un edificio convertido en basurero, sometido a la rapiña de políticos y negligencia de la autoridad pudo ser salvado.

Del Riviera mas de un Ensenadense debe recordar cuando la zona donde actualmente se ubica el estacionamiento estaban convertidas en caballerizas y en el Salón Casino, el majestuoso candil se encontraba en el suelo porque ladrones que amparados en la política federal no se lo pudieron robar.

El edificio de estilo Californiano formaba parte de las leyendas de la localidad, el inmueble habían pasado los años y permanecía abandonado, debido a una serie de problemas judiciales que habían provocado que pasara a manos de Nacional Financiera.

A principios de los 80 el edificio fue recuperado sin embargo, las primeras administraciones municipales que la tuvieron como responsabilidad hicieron bien poco por el inmueble y lo mismo pasó con el gobierno estatal.

Su lamentable estado no lo hacía un botín deseable y se sabía de antemano que resultaba muy caro no solo remodelarlo sino también reconstruirlo y mantenerlo.

Pese a ello los recursos que ingresaban por las quinceañeras, Bodas, eventos sociales, convenciones y reuniones que ahí se realizaban empezaban a convertirlo en una curiosa caja chica de quienes lo llegaron a administrar.

No es sino hasta la llegada de Don José Luis Fernández Bandini que el asunto cambia, su carácter férreo basado en una incorruptibilidad a toda prueba y el amor por la ciudad que lo había adoptado le permiten convertir a lo largo de casi dos décadas al Riviera en el Monumento que es hoy.

En dos administraciones municipales, ambas del PRI el intento por manotear en las arcas del Riviera fueron muy grandes, los intentos por sacar a Don José Luis también.

Sin embargo la defensa de la misma ciudadanía lo evitó, no había un gallo, de los suspirantes por el puesto para asumir la responsabilidad de este Centro y garantizar la continuidad y el mantenimiento.

Sin embargo nada era eterno y Don José Luis falleció. La pérdida no era solo para su familia, sino para la ciudad, ahora quien podría hacerse cargo del lugar sin que el interés de manotear o el intento de favorecer pudiera ser superior.

La primera persona era natural para el puesto, Don Jorge Ramírez quien desde hace mas de una década era el Presidente del Consejo de Administración del Riviera y por lo tanto el encargado de conseguir los recursos necesarios para su mantenimiento.

Sin embargo Su majestad Catalán, percibió que esta denominación de los responsables del Riviera era una grosería y un madruguete y como suele reaccionar lo denostó.

Su argumento, serán los ciudadanos quien decida, ojo, en dos años y dos meses como alcalde no se ha tomado la molestia de hacerlo, su soberbia le hace pensar que el único ciudadano de Ensenada es él y sus cuates.

Por lo tanto, nuevamente el Riviera esta en peligro de caer en manos de personas que decidan que parte de las maderas que adornan el techo del casino puedan adornar muy bien el techo de su casa o que las reuniones que organice sutano o perengano; sus cuates resulten gratis o con descuento.

Algo que ni por equivocación hubiera hecho Don José Luis, ni con su familia y me consta

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