Los pelos de la mula y los abuelos

Nota publicada el 20 de junio de 2004
por Elizabeth Vargas

El mejor papá del mundo, el más guapo, el más inteligente y el más simpático de todos era el mío, a veces lo discuto con Robertito, mi bebé de siete años y él mantiene una posición similar, el dice que el suyo es mejor, pero cuando le explico que mi papá era su abuelo, como que cede un poco.

Es que los abuelos son padres por partida doble y ejercen con singular maestría la paternidad irresponsable, un término acuñado por un conocido columnista llamado Catón, quien cuando nació su nieto aseguró que podría ahora sí, malcriar a su nieto en tanto su hijo, se preocupaba por la educación.

Mi papá siguió al pie de la letra las indicaciones de Catón, era un abuelo chiqueador, alcahuete y adorable, del cual mis hijos solamente tienen recuerdos agradables, porque siempre tuvo la capacidad de dar lo mejor de sí mismo a los nietos y a sus hijos.

Afortunadamente la vida me ha permitido conocer a

muchos abuelos como mi papá, conozco varios empresarios, amigos, y funcionarios públicos destacados a los que admiro profundamente porque tienen en la pantalla de su computadora a sus nietos y los ratos que tienen libres entre juntas y decisiones importantes es para acudir a jugar con ellos.

Hablan de los pequeños con singular emoción, son de alguna manera una extensión de sí mismos, del amor que han derramado y los regresan a los momentos dulces de ser niño.

Y es que los abuelos son bastante aniñados, con una ventaja que no tienen los niños, cartera con dinero adentro para comprar cualquier cantidad de chucherías, juguetes y comida chatarra, mientras los papás y las mamás buscan desesperadamente que el chamaco coma alimentos nutritivos.

Llegan a ser tan alcahuetes (en buena onda por supuesto) que terminan por escuchar a veces la música que escuchan los nietos, por solidaridad con los nietos y la travesura más divertida de la semana en contra de los hijos.

Algo así como abuelos que escuchan a Iron Maiden o Metálica, sin dejar de contar a los que ven Bob Esponja o los Rugrats, pasando por una gran cantidad de grupos musicales que sostienen que hacen música aunque no tenga más de dos acordes.

Una característica de la mayoría de los abuelos, aunque usen bastón, es que son trepables y tienen unos brazos construidos especialmente para acunar niños, el chamaco más travieso se calma con los abuelos, y si no se calma, se entretiene.

Debo reconocer también que hay abuelos que no merecen serlo, o padres que tampoco debieron nunca engendrar un hijo, regularmente un mal padre es un mal abuelo, pero esos no merecen aquí más de estas líneas.

Hay otro grupo dentro de los padres, el de los que a pesar de no tener la consanguineidad, son los mejores padres del mundo.

Ese grupo tiene un doble mérito, porque ama a un niño al que le da el mismo espacio que a un hijo propio y esto lo logra hacer sin distingos, una tarea que para la mayoría de las personas es muy difícil.

Conozco a más de un hombre con esta cualidad, conozco incluso a algunos que se han convertido en papá y mamá de niños que no son suyos, pero se quedaron al pie del cañón cuando la madre murió o se fue, y han asumido una responsabilidad enorme y sus hijos, lo reconocen.

Independientemente de que el papá sea o no el que engendró un hijo, de que también la haga de mamá porque la mamá no tenía idem, de que el abuelo tenga complejo de papá alcahuete, de que el papá sea el hermano mayor que asumió la responsabilidad por los avatares de la vida.

Un papá es uno de los mejores regalos que nos da la vida, y un abrazo suyo la mayor seguridad de que siempre habrá alguien que te proteja.

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