Los pelos de la Mula y La Lechera

Nota publicada el 12 de octubre de 2004
por Elizabeth Vargas

Decía mi abuela que no había que hacer cosas buenas que parecieran malas, por aquello de las malas interpretaciones... y suspicacias y perspicacias que sumadas a mala fama pública y larga cola de algún protagonista obligan a la sospecha como en el caso del Fideicomiso Sempra Shell.

Desde que Sempra inició a dar sus primeros arrimones con políticos del estado y la federación en busca de los permisos para instalarse, lo hizo con los billetes por delante, un buen fajo que ha generado numerosos beneficiados no solo en el gobierno sino en la iniciativa privada y centros educativos.

Quizá la intención de los ejecutivos de Sempra inicialmente no era comprar conciencias, sin embargo, en un país tercermundista, con políticos tercermundistas y muchos empresarios tercermundistas, donde se nos etiqueta entre los niveles de corrupción mas altos del mundo, lo mas fácil fue tratar a su gente como tal, como corruptos y tercermundistas.

No era necesario hacer las cosas por la vía legal, trámites que a cualquier otra empresa le hubieran costado años entre los que destacan permisos de uso de suelo, instalación en zona federal marítimo terrestre, cambios de vocación de suelos y muchos otros fueron obtenidos de manera casi mágica.

Todo era sospechoso desde el principio, pero se volvió turbio, cuando el alcalde con su singular manera de decir las cosas, presumió la lana que se ganarían con este negocio 15 millones de dólares que soñaba gastar antes de largarse.

Sin embargo mientras los tercermundistas políticos como en el cuento de la lechera ya se habían comprado vaca, pollo y huevos, despertaron de pronto al descubrir que la firma internacional les había condicionado la lana de una forma mucho mas inteligente y para empezar redujo el pastel a poco menos de la mitad, en lugar de 15 millones, siete en un fideicomiso.

Un fideicomiso propuesto por los empresarios, que de entrada le amarra las manos a los mas intere$ados en quedarse con la lana y ciertas cláusulas que obligan a un agarrón de lo mas divertido entre las partes para decidir que se hace con ella.

En el intermedio diría mi abuelita, Sempra, contra viento, marea, declaraciones y mentadas ha iniciado las obras para construir su planta y no sería raro, que haya mas promesas de lana en el camino para que el gasoducto recorra un tramo donde no importe si se afecta a la población, si con ello se beneficia a otros político$$.

Por ahora los siete millones de dólares nadie los ha visto, el fideicomiso no existe en el Registro Público de la Propiedad, al parecer solamente en la calenturienta imaginación de un grupúsculo, que como la lechera sigue cante y cante con el riesgo de que de un momento a otro se le caiga el cántaro de la cabeza.

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