El diligente encargado de la tienda siguió insistiendo, periódicamente, llamando hasta que el Sr. Miguel Chillón León, respondió a la llamada y le informo sobre el contratiempo que la profesora había tenido con su carrito. Don Miguel, que en ese tiempo precisamente no contaba con vehículo alguno, se dirigió a buscar la ayuda de su amigo don Joaquín Rodríguez, propietario del negocio de Bombas Rodríguez, que estuvo por muchos años en la esquina de las avenidas Granada y Juárez de la colonia obrera. Don Joaquín, de inmediato y sin ningún empacho le presto el Pick-up, recién sacado de la agencia, último modelo, para que se trasladara al Valle de Guadalupe.

El buen “Mike” pasó a recoger a su hijo Miguel para que lo acompañara. Recorrían el camino de terracería que lleva de la carretera al Ejido El Porvenir, un camino ancho y generalmente recto. A la altura de lo que en ese entonces se conocía como Olivares Mexicanos, el joven Miguel tuvo necesidad de pedirle a su padre que detuviera la marcha para atender una urgencia física. Mike se orilló a la derecha del camino y Miguelito, brincando un charco que quedó precisamente al lado de su puerta se encamino unos cuantos pasos a la alambrada limitante de la propiedad.

Fue en esos momentos precisos cuando el joven Miguel escuchó el sonido de dos aviones en la cercanía, al levantar la vista vio como volando en formación en línea, “siguiendo al líder” el avión que iba enfrente descendía tal como si quisiera aterrizar en el camino y ya cerca del pick-up levanto el vuelo, el avión que lo seguía y que era tripulado por el entonces subteniente Rodolfo Debernardi Debernardi no realizó la misma maniobra, se dirigió en forma veloz y certera al centro del camino.

El joven Miguel, aprovechando que la puerta del pick-up había quedado abierta en un grito aviso a su papá del peligro. Poco tiempo tuvo Mike de abandonar el pick-up por la misma puerta del pasajero cuando el avión hizo contacto con el ala izquierda con el frente del vehículo, empujando el motor del mismo a la zona del conductor. Mike, logro salir del vehículo sufriendo en el proceso una cortadura en el glúteo izquierdo.

El avión un Northamerican AT-6 después de hacer contacto con el vehículo, hizo un giro de 180 grados para posteriormente volcarse en la parte posterior del pick-up y quedar finalmente sobre una zanja que contribuyó a que ambos tripulantes salvaran sus vidas.

El subteniente Debernardi resultó con lesiones varias de las que sufrió secuelas por el resto de su existencia. El copiloto, un sargento mecánico de aviación, resultó asombrosamente ileso y con premura buscó alguna navaja para liberar al maltrecho piloto que pendía de cabeza con su harnees de cinco puntos firmemente sujetándolo a su asiento.

Mike fue atendido de su herida en la parte posterior de su cuerpo en el Hospital Civil de Ensenada. Al salir era auxiliado para caminar siendo sostenido por el Dr. Octavio León Medellín y por doña Carmen, su esposa. Avanzaban lentamente con dirección al vehículo del Dr. León Medellín, cuando en eso se aproximaron dos militares de alto rango, quienes le pidieron a Mike que respondiera si era el Miguel Chillón León, a lo que respondió afirmativamente. Así de repente, uno de los dos militares le preguntó escuetamente ¿Quién tuvo la culpa del accidente? A lo que rápidamente el Dr. León Medellín contestó, por Mike, que todo dependía si el avión había chocado con el pick-up en tierra o si el pick-up se había elevado y chocado con el avión en pleno vuelo.

El incidente se manejó con el mayor sigilo en la Base Aérea. A don Joaquín Rodríguez no le pagaron por la destrucción total del pick-up. Mike se recuperó de sus lesiones. Meses después, en diciembre de ese mismo año de 1963 sufrió un masivo ataque al corazón y falleció. Le sobrevivieron su esposa Carmen Sort de Sanz Vélez y sus cuatro hijos Ana, Carmen, Miguel y Arturo.

Agradezco a Erik Romero el haber provocado los recuerdos de este incidente y a Arturo Chillón Sort de Sanz por su valiosa entrevista.