La llamada preponderancia fue decretada para estas empresas por controlar más del cincuenta por ciento del mercado, lo que seguramente es real, sin embargo la forma en que se ataca el problema puede derivar en empeorar lo que ya está mal.

En televisión, como en todo producto, la calidad va en función de lo que desea el mercado y de los recursos disponibles para la producción.

Incrementar la competencia implica dividir la masa de televidentes, por lo tanto, una pérdida de valor inmediata en el costo de la publicidad. El mismo dinero que destinan las marcas para posicionamiento sería distribuido en varias bolsas, lo que implica menos recursos para la realización de producciones.

La señal abierta es un devorador de contenidos. A diferencia de una fábrica que ante una baja en el mercado puede disminuir las unidades que produce, las televisoras deben mantener sus emisiones.

Con menos presupuesto para producción y sin la capacidad de restar horas al día, el asunto entonces es la calidad, que ya es un tema crítico. La variable no considerada, como siempre que se trata de instituciones gubernamentales, es el Internet.

Hace veinte años, cuando la televisión era la única opción de entretenimiento gratuito, dividir los mercados habría generado audiencias especiales para los nuevos ofertantes, tal y como sucedió a la llegada de TV Azteca.

Hoy en día, con la posibilidad de acceder a contenidos bajo demanda a costos reducidos, quienes están conectados cuentan con la posibilidad de pasar por alto lo que una televisora tenga que ofertar, para tomar decisiones sobre lo que se quiere consumir a cada momento.

Mas oferta en video bajo demanda, mayor presencia de sitios noticiosos y deportivos en Internet, el paso generacional de usuarios de videojuegos a la edad adulta en combinación con menor calidad en las producciones gratuitas (TV abierta), presenta un escenario donde los más afectados serán quienes no cuenten con recursos económicos para acceder al universo de entretenimiento que ofrece la web.

En los próximos días seguramente seremos testigos de la reacción de Televisa. De no revertirse lo propuesto por el Ifetel, estaremos de frente a una señal abierta de menor calidad que la actual, disponible especialmente para quienes no pueden pagar por otras fuentes de entretenimiento: más horas de Laura en América y más repeticiones de la serie que ya se ha emitido varias veces.