Este evento es un eslabón en la causa de la igualdad de derechos de las personas homosexuales y bisexuales con las personas heterosexuales, pues si bien pudiéramos decir que son ciudadanos indistintamente de su preferencia de género, sabemos que la historia habla por sí sola de que los derechos no se garantizan igual si se es hombre o mujer o si se es o no se es heterosexual, entre tantas variantes.

Prueba de esto es que aunque el protocolo es muy parecido legalmente (requisitos, documentos, firmas, fotografías y demás) las reacciones en redes sociales no se han dejado esperar, habiendo un abanico de opiniones lleno de riqueza que nos habla de las cosas en las que hemos avanzado y las que necesitamos procesar como sociedad, mismas que no acabaría de ejemplificar en esta nota. Lo que me parece esencial es que si se tratara de una común boda heterosexual, no habría mucho que decir más que felicitar a los contrayentes.

Argumentos a favor y en contra de esto que acabo de decir puede haber miles, y sin embargo desde un punto de vista meramente sexológico, las parejas se conforman de personas íntegras y no de sexos. Los motivos de felicidad, enojo, tristeza, comprensión y crecimiento en la pareja, así como los motivos para llegar a terapia de pareja, son exactamente los mismos en las parejas heterosexuales que en las homosexuales. Lo único que cambia es el estuche.

Hasta ahora lo que sabemos sobre la preferencia genérica es que existe de forma variable en muchas especies además de la nuestra y por tanto no podemos hablar de que sea antinatural alguna de ellas. La homosexualidad sencillamente “es” al igual que la heterosexualidad, lo único es que esta última es más común por simple selección natural.

Respecto a la cuestión del ejemplo que se da a los niños y que la estructura familiar está cambiando puedo decir que esta ha estado haciéndolo desde siempre: al principio no existía, luego se formó por cuestiones económicas, luego se le agregó la parte afectiva, y ahora tenemos normalizada la estructura de familia de madre soltera (solo por dar un ejemplo) cuando esto era señaladísimo hace 50 años o menos. La dinámica de la sociedad y la familia ha cambiado siempre y es parte de nuestros derechos reproductivos el poder decidir el tipo de familia que deseamos formar.

Por último, recordemos que los derechos sexuales nos garantizan: la posibilidad de ser reconocidos como seres sexuados desde antes de nacer, así como todas las expresiones que nos caracterizan en este sentido; la libertad de escoger a nuestra(s) pareja(s) sexual(es) y la posibilidad de contraer matrimonio o elegir el modo de convivencia que más nos convenga; la libertad de ejercer nuestra preferencia de género sea cual sea; entre otros.

La idea no es necesariamente que estemos a favor o en contra, sino que respetemos las decisiones de las personas y de la misma forma nos informemos sobre lo que nos atañe o preocupa al respecto para que podamos lidiar con nuestros prejuicios en vez de intentar cambiar a las personas o las circunstancias que no están en nuestro control.