Desde luego las reacciones de editores, escritores y lectores de muchas generaciones no se han dejado esperar, y van desde el desconcierto hasta la nostalgia, pasando por la pregunta de si esta estrategia de verdad va a funcionar.

El argumento estriba por parte del equipo de Hugh Hefner en que el contenido explícito en un medio impreso ya no es negocio, ante lo cual se propone publicar fotografías sugerentes y la mejora de un contenido que ya era conocido por su alta calidad. Después de todo, de aquí nació la frase que para muchos era pretexto y para otros era una realidad total o parcial: “Yo leo la Revista Playboy por sus artículos y no solo por las fotos de mujeres desnudas”.

Entre estas mejoras se propone la suma de contenido especializado en sexualidad por parte de escritoras mujeres. En algunas noticias al respecto se usa la palabra “feminista” para referirse a tales aportaciones, lo cual veo como un arma de doble filo. Si bien esto significaría un mejor entendimiento de lo que el feminismo realmente es, y desde luego las sexólogas implicadas pueden hacer grandiosas aportaciones al entendimiento integral de la sexualidad en un público muy específico, también existe el riesgo de que por la gran cantidad de malentendidos sobre “el feminismo”, los artículos no se lean tanto por los prejuicios que esta palabra puede levantar.

Además de esto, otra parte de la propuesta es que los desnudos seguirán existiendo en la versión digital de la revista y únicamente en contenido pagado y exclusivo, lo cual hasta ahora ha sido una estrategia exitosa.

En respuesta a algunos de los comentarios sobre la supuestamente nueva existencia de una revista “pornográfica” sin “contenido pornográfico” solo puedo agregar que aunque se trataba en su momento de desnudos explícitos muy sugestivos, esto no necesariamente era pornografía sino contenido erótico. La diferencia estriba en los propósitos de la publicación, el contexto, la forma de negociar con las personas implicadas y sobre todo con las que aparecen en su situación más exuberante, entre otras cuestiones.

Visto así, no me parece que necesariamente esta transformación vaya a dañar más a la revista que lo que ya lo hacen las variadas opciones para encontrar la desnudez en internet, como el hecho de que esta misma desnudez no está bañada en los tabúes de los años setentas del siglo pasado, cuando fue su mayor auge por esta razón (aunque si de otros). Al contrario, a pesar de ser arriesgada puede marcar un nuevo rumbo para otras.

Por su parte, Alfredo Cedillo, director de Playboy México, anunció como ya lo han hecho otras publicaciones de América Latina, que la revista seguirá manejando desnudos explícitos en la versión de nuestro país, pues aquí las ventas sugieren que el producto al menos de momento no necesita un cambio de esa naturaleza.