Cuestionada al respecto, la procuradora de justicia, Perla Ibarra Leyva, dijo que se trabaja en un protocolo para que casos así no se repitan. Eso dijo. Eso nada más.

Claro que casos así no deben repetirse. Obvio. Pero el asunto no debe quedarse en obviedades. Por supuesto que no. Lo que ahora interesa y urge es saber dónde quedó el cadáver de la recién nacida. Dónde quedó, cuál fue su destino y, por supuesto, quién o quienes lo sustrajeron de los velatorios.

Y es que de esto no hay nada. Nadita.

Sorprende, además, el silencio de los padres. Qué padres pueden olvidarse de algo así? Qué pasó, qué ocurrió para que los progenitores de la niña fallecida no ejerzan presión pública a fin de que las autoridades agilicen la investigación.

Y es que no se perdió un aparato electrónico, un teléfono, un bolso, un documento o una pluma colocada sobre un escritorio. No. Se perdió el cadáver de una recién nacida. Así, de ese tamaño.

Pero las autoridades sorprenden con su actitud, con su tardanza, con su burocracia. Apostarle al olvido no es la mejor salida. Las autoridades sorprenden con su efectividad para unas cosas y su ineficiencia en otras. En el caso del Palenque Póker en cuestión de horas detuvieron a uno de los presuntos implicados.

Que fue producto de una labor de inteligencia, dijeron. En el caso de la niña fallecida y cuyo cuerpo se ignora donde quedó, las labores de inteligencia no se ven por ningún lado.

Cierto. Hay que velar para que hechos así no se repitan. Pero tampoco podemos olvidar ni echar al cesto de la indiferencia un suceso tan lamentable que aún no se esclarece.