El pintor emblemático de Baja California nos muestra el resultado de toda una vida como creador en una serie realizada durante sus últimos momentos, una atinada capacidad plástica y estética se nos revela con gran libertad en sus lienzos, su pintura no tan refinada como antes se modifico hasta llegar al empaste burdo, quizás como símbolo del anarquismo que literalmente sobresale en esta serie.

Entre recortes de libros de Rembrandt, Alberto Durero o partituras de Bach vamos descifrando la imagen que al final es un análisis al arte mismo, aparece la crítica de un pintor sobre sus colegas y su aparente talento "¿es pintura o no lo es?" se escuchaba entre los espectadores mientras observaban con lupa los bastidores que, por cierto, eran recortes de libros, estampillas postales, brochas y hasta platos, todos objetos reales (no representados quiero decir) adheridos a la pieza sobre fondos al óleo.

Aquí surge una interpretación clave para entender este trabajo, el objeto mismo como elemento dentro de una obra, es decir para el pintor la representación ya no le es suficiente y necesita ansiosamente recurrir directamente al objeto, por este motivo es natural que aparezca el arte-objeto en su obra, es precisamente esta union entre pintura y arte conceptual la que nos permite entender con más facilidad el trabajo póstumo de Muñoz Acosta y que sin duda no se resalto en la muestra.

En términos de curaduría el arte-objeto pudo montarse mejor, relegaron una silla intervenida por el artista (tal vez la mejor pieza de toda la exposición) a una esquina de tal manera que la gente simplemente pasaba de largo, a si mismo otro objeto que necesitaba una visión de 360 grados se confinio a un muro. Entendiendo y respetando el proceso creativo del artista, se les debió dar un carácter primordial a estas piezas conceptuales que son útiles para entender su trabajo. También se instalo en la sala la mesa de trabajo del artista, un librero, unos cuantos pinceles, su gran caballete y un amplio baúl sobre alfombra, espacio que aunque nos narraba algún sitio creativo carecía de cédula de información, detalles importantes que influyen en el aprovechamiento del espectador.

Por su parte Muñoz Acosta con su ejemplar vida artística, después de estudiar en la esmeralda junto con Siqueiros, después de estudiar en la academia de bellas artes de Roma, después de participar en el salón de los surrealistas en Paris, después de su vida nos relata, todavía y hasta el último momento, un mundo estético libre que no pretende satisfacer al espectador y que se desenvuelve sin preocupación entonando un discurso clásico y simbólico, desde el arte para el arte esperando siempre un espectador culto e inteligente que no requiera de factura plástica.

La realización de la muestra, que permanecerá solamente hasta el 13 de marzo, cumplió las expectativas sin llegar a ser sobresaliente. La última colección estupendamente realizada y donada por el propio artista salió a la luz pública, hecho que nos debe congratular a todos.