Así como las causas y formas de presentar una disfunción sexual pueden variar mucho, también lo hacen las cosas que pasan cuando llegamos a presentar una. Esto dependerá directamente de los recursos emocionales con los que nos enfrentamos a la vida y las circunstancias personales de cada quien, nuestra salud, así como las condiciones y etapa en las que se encuentre la relación de pareja si es que existe.

A continuación se presentan algunas situaciones que pueden suceder cuando tenemos una disfunción sexual:

• Resistencia a aceptar que existe, pues si bien el diagnóstico depende en mucho de la ambigua percepción de quien la padece, la negación es parte de muchos procesos difíciles de afrontar, al menos al principio.

• Sensación de no saber qué hacer o de que hemos agotado los recursos si hemos intentado algo antes.

• Ansiedad por el desempeño, es decir, empezar a observar obsesivamente el propio comportamiento sexual y reacciones pensando que podríamos “fallarle” a nuestra pareja, y esto puede ir acompañado de diversos pensamientos negativos muy perjudiciales para el rendimiento sexual.

• Sentimientos de vergüenza, humillación, culpa, frustración, enojo, tristeza y/o temor que pueden ser difíciles de expresar, lo cual a su vez puede llevar al aislamiento emocional que implica el no poder tratar estos sentimientos con la pareja, si existe, o incluso decírselo incluso a una persona de extrema confianza.

• Evitación del acercamiento sexual con la pareja por temor al fracaso o porque ya se asocia la actividad sexual con sentimientos contrarios al placer tales como la frustración y otros antes mencionados.

• Cambios en otras áreas de la relación de pareja debido al alejamiento sexual, los cuales pueden abarcar desde mermas en la comunicación, las actividades recreativas, el tiempo que pasan juntos o juntas, etc.

• Detrimento de la autoestima, la autoimagen y la seguridad personal al sentir que algo importante sale de nuestro control.

• Cambios fuera de la pareja, por ejemplo, en las áreas laboral o escolar si tenemos problemas para concentrarnos o rendir debido a la energía que se gasta por los sentimientos y pensamientos que puede generar la disfunción.

• Temor de perder a la pareja o a la infidelidad de la misma al percibir que se encuentra insatisfecha sexualmente, lo cual puede traer momentos de conflicto.

Aclaro que desde luego estas situaciones son algunas de las que pueden presentarse y no son iguales para todas las personas o parejas que presentan una disfunción.

De hecho, aunque puede haber muchos sentimientos negativos o encontrados en nosotros o nuestra pareja, la disfunción sexual tal como otras situaciones puede ser una oportunidad de crecimiento y desarrollo siempre y cuando tomemos decisiones de forma cuidadosa y comunicándonos con nuestra pareja de la forma más efectiva y honesta posible. De hecho hay parejas que logran hacer esto de forma efectiva y si bien existe una situación que resolver, esto puede hacerse sin los sinsabores de un conflicto que puede incluso amenazar la estabilidad de la relación. Todo depende, como dije, de nuestros recursos personales.

Por último y muy importante, a veces se puede pasar de largo que la disfunción sexual pudiera ser una consecuencia de que algo está pasando con la salud física y es necesario atender también esta parte. Esa es de hecho una de las primeras cosas que los sexólogos solicitamos atender a nuestros clientes cuando necesitan atenderse por una de estas situaciones.