En 1901, el área de El Álamo era la superación minera más grande, en extensión en la Península de Baja California.

Para ubicarnos deberemos de mencionar que El Álamo se encuentra a unos 100 kilómetros al Suroriente de Ensenada.

Se menciona el 28 de junio de 1888 como la fecha en que se hace el primer descubrimiento de oro en El Álamo. La noticia se propago unos días después, cuando Rafael Espinoza, gambusino, llevo a Ensenada una pepita de oro que peso 10 onzas, (311 gramos) [Actualmente el oro tiene un valor de 1,300 dólares la onza, que daría un valor de $13 mil dólares] La inicial “fiebre de oro” causo una masiva migración de mineros gambusinos y prospectores, principalmente del estado vecino de California y del área de Real del Castillo.

Para llegar a El Álamo, si se tenían los medios económicos, se podía viajar en vapor hasta Ensenada de Todos Santos y de ahí tomar la “diligencia”, jalada por cuatro o seis caballos. El viaje tenía una duración de día y medio. Por lo general el viaje de regreso duraba, solamente un día.

El Álamo se encuentra en un valle conocido como de Santa Clara, rodeado por altos cerros que llevan los nombres de: Santo Tomas, Álamo, Pico Piñón, y Biznaga.

En 1888 al iniciarse el establecimiento del poblado se utilizaron los arboles enebros o juníperos como leña y los pinos de la cercana sierra de Juárez para construcción.

Rápidamente se estableció una línea de teléfono y telégrafo entre El Álamo y Ensenada.

Inicialmente había unas compañías que eran las principales explotadoras de las minas: “Princesa Gold Mining” de Londres, la “Aurora Gold Mining” y la “Montezuma Company” ambas de Estados Unidos. Se calcula que en el primer año estas tres compañías, extrajeron del subsuelo, a menos de 70 metros de profundidad, oro por valor de $750,000 dólares (de aquellos dólares). En adición de la producción individual. En los archivos de la aduana en Ensenada, se dejaba sentado que el total de las exportaciones por ese periodo fue de un millón de dólares.

Para 1899 el oro de “superficie” dio muestras de agotamiento y los estudios que se realizaron mostraban que los filones de oro se adentraban al subsuelo, lo que hacía sumamente difícil y extremadamente laborioso lograr extraer el mineral.

Al paso de tiempo la producción declino y la falta de agua obligo a que la mayoría de las compañías y los mineros en si abandonaran El Álamo.

Se establecieron tres molinos de metal del tipo “martillo” uno de diez cabezas y dos de cinco cabezas cada uno. Aparte de otro molino rotatorio. Se calcula que en ese periodo inicial se molían aproximadamente 100 toneladas de piedra diariamente.

Hoy en día se estima que solo unas 7 familias aun residen en la otrora, floreciente población de El Álamo.