Durante años se han hecho intentos de sacar las condiciones de transexualidad y transgenerismo del Catálogo Internacional de Enfermedades (CIE) y del Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM), tal como hace ya algunos años se removió la homosexualidad al reconocerse que no es una patología y que cuando existe es por el contexto violento en el que con frecuencia se encuentran las personas, además de que con frecuencia los estudios se hacen con poblaciones cautivas y esto no da resultados que se puedan generalizar.
De la misma forma, hemos transitado por otros términos como “disforia de género” (como si se tratara de un trastorno de identidad cuando está demostrado que no lo es), que si bien en su momento describieron una situación que era anormal por el desconocimiento que se tenía de la situación transgénero y transexual, dejaban de lado la posibilidad de que solo fuese diferente y no patológico.
Actualmente existe una propuesta de eliminación de su categoría como patología clínica que se ha venido gestando por años y que de ser oficial (ya que muchos utilizamos desde antes el término “discordancia de género”) resarciría un poco la deuda histórica que la ciencia médica tiene hacia las personas que viven con género no binario, y además dejaría de existir esta distinción aun fuera del escenario de las personas con discordancia de género.
En esta propuesta está trabajando un grupo de psiquiatras mexicanos que aportan evidencia de una intervención con 250 personas transgénero atendidas en la Clínica Especializada Condesa de la Ciudad de México, cuyas historias de vida prueban que el deterioro funcional presente es consecuencia del entorno cultural y no de la discordancia de género.
Se esperan resultados de un ejercicio similar en otros países para fortalecer las conclusiones del equipo mexicano, mismas que tienen un fundamento empírico de años de tratamiento médico, psicológico y psiquiátrico que va sobre esa línea.
Este cambio se convertirá en un pilar de la lucha que dicha población sostiene para insertarse en la vida cotidiana y contribuirá a derrumbar el dogma del género y el sexo binarios, donde solo existen hombres y mujeres, y que la historia y las diversas expresiones de la naturaleza humana han contrastado de forma suficiente para haber hecho esto mucho antes.
Se estima que solo en México existen al menos 600 mil personas transgénero, mismas que ya han conseguido muchos de los derechos que las personas cis-género (que no tienen discordancia de género) dan por sentado desde el momento de nacer, pero falta mucho camino por recorrer.
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