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El sueño americano

Una semblanza sobre Jesús Cárdenas

Nota publicada el 1 de septiembre de 2016
por Rafael González Bartrina

Allá por 1975, durante el programa de “braceros” llego a California, proveniente de su natal Jalisco, Jesús Cárdenas, de 25 años de edad, de origen campesino, recio, trabajador, decidido, ambicioso y emprendedor. Llego con sus huaraches, su sombrero de paja y su sonrisa llena de optimismo a trabajar en los campos de las “piscas”. Trabajo en Riverside, Oxnard y en el Valle de Coachella, donde lo llevaban, iba. Pronto busco más estabilidad y busco trabajo permanente en una granja lechera.

Yo lo conocí en Ontario, California en 1979. Jesús rentaba un pequeño rancho en las afueras de Ontario, en plena región lechera, en ese tiempo había más de 400 lecherías en el área de Ontario-Chino. En ese rancho que rentaba, criaba animales de granja, aves, porcinos, vacunos y bovinos. Su clientela eran casi exclusivamente los trabajadores de esas lecherías y sus familias, en su gran mayoría paisanos mexicanos y algunos centroamericanos. Jesús sacrificaba, regularmente, algunos animales y entregaba la carne directamente. Cuando lo conocí fue porque ya tenía fondos para mandar construir un pequeño cuarto frio, ahí en el rancho y así poder tener disponible carne para su venta. Mi compadre Nick Medina, quien tenía un negocio de refrigeración se encargó de hacer el trabajo. Jesús era de platica fácil y de recio nacionalismo, hablaba con nostalgia de su tierra pero con la firme determinación de que “el día de mañana será mejor”

Unos meses después, abrió una pequeña tortillería, junto a una carnicería en unos locales rentados cerca de donde yo vivía. Nos encontramos muchas veces. Su esposa Luz, su cuñado (Jorge, creo) y algunos otros miembros de sus familias trabajaban delicadamente, atendiendo los pequeños negocios. Pronto se extendió en la carnicería y ofrecía mercancía y abarrotes, principalmente de productos originarios de México y que los trabajadores de las lecherías y sus familias estaban acostumbrados. Yo recuerdo recorrer sus estantes y ver los productos que venían del interior de la república y que eran tradicionalmente populares. Era el único negocio que aceptaba cambiar los cheques de las lecherías sin cobrarles ninguna comisión. La atención a sus clientes, la preocupación de ofrecer los mejores productos a precios razonables. Se reconocía la gran calidad de sus carnes y productos elaborados, entre ellos el chorizo que con receta familiar era el mejor, mucho mejor.

A pesar de haber, yo, cambiado de residencia al sur de California, mantuve amistades e intereses en el área de Ontario. Vi con asombro y agrado como Jesús, abrió un restaurant, agrandando el mercado. Compro el pequeño centro comercial de unos 12 locales. Lo llegue a encontrar unas cuantas veces. Siempre con su sonrisa, su plática fácil, su memoria aguda y sus huaraches y sombrero de paja.

Ya para 1998 había abierto otros mercados, ya de buen tamaño. Una tarde me lo encontré y me dijo con gran satisfacción que me invitaba a la inauguración de su nuevo mercado en Pomona, me decía que habría fiesta de todo el día, que una estación de radio muy importante de Los Ángeles transmitiría en vivo. Me explicaba que el local que recién había adquirido era el que había desocupado el “Price Club” (hoy Costco) con estacionamiento para 1, 000 vehículos. Ya hablaba como empresario triunfador. Recuerdo de esa tarde su plática fácil, su sonrisa triunfante sus huaraches y su sombrero de palma.

No volví a ver a mi amigo Jesús. Solo sabía de sus negocios. Supe de su muerte, en el año de 2013 víctima de cáncer, a los 73 años de edad y del éxito de su vida comercial.

Hoy en día, hay 33 supermercados Cárdenas, en los estados de California y Nevada. Tan grandes como los más grande. Hoy son los hijos quienes llevan las riendas de la realidad de un sueño de un bracero de platica fácil, de ambición y determinación en la búsqueda de la superación propia y de la familia, de un hombre sencillo que jamás olvido sus raíces, quien cotidianamente llevaba sus huaraches y su sombrero de palma como estandarte de su origen y de su destino.

El legado de Jesús Cárdenas no quedo únicamente con su familia. Esta organización lleva a cabo una serie de entregas a la comunidad al grado de ser la numero uno en California que otorga becas, tutorías escolares, emplea a más de 3,000 personas y hacer servicios comunitarios por 2 millones de dólares anualmente en más de 27 ciudades. Realiza un evento anual, gratuito en el estadio de Fontana Speedway donde asisten más de 100 mil personas, con artistas de calibre internacional.

Sus esfuerzos de servicio a la comunidad no pasaron desapercibidos. Un ejemplo: en 2014 los esposos Jesús y Luz Cárdenas recibieron (el póstumo) ambos doctorados Honores Causa en Artes de Humanidad de parte de la Universidad de California en San Bernardino. Así es. Un bracero de huarache y sombrero de palma, de platica fácil y de corazón enorme: DOCTOR Jesús “Chuy” Cárdenas. Un ejemplo y una inspiración.

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