Según European Food Information (EUFIC), la alergia alimentaria es una forma específica de intolerancia a un alimento o uno de sus componentes que provoca una serie de reacciones en cadena en el sistema inmunológico de los afectados, entre ellas la producción de anticuerpos. Dichos anticuerpos provocan la segregación de sustancias químicas, como la histamina, que produce varios síntomas, como picor, moqueo, tos o trastornos respiratorios.

Frecuentemente, las alergias a los alimentos o a sus componentes se heredan, y normalmente se identifican en los primeros años de vida. En cambio, la intolerancia alimentaria afecta al metabolismo, pero no al sistema inmunológico del cuerpo. Un buen ejemplo es la intolerancia a la lactosa, que se da en ciertas personas por la carencia de una enzima digestiva llamada lactasa, que descompone el azúcar de la leche.

En cuanto al porcentaje de las dietas especiales que sigue la gente, un 18% lleva una dieta baja en grasas, un 12% baja en azúcar, un 7% baja en sodio y un 6% lleva una dieta sin lactosa, quedando un 64% de hogares que no llevan ninguna dieta especial, eso quiere decir que se alimentan sin ningún tipo de cuidado ni precaución, una radiografía alarmante de una tendencia mundial.

Ciertamente alergias e intolerancias alimentarias no se pueden evitar en su totalidad, pero mantener hábitos alimenticios sanos evitando comida procesada siempre es recomendable.