La empresa Australiana “Integrity Compliance Solutions” especialista en la gestión, protección y seguridad de la cadena de suministro alimentario nos señala los alimentos con mayor riesgo de fraude y sus modus operandi:

Los jugos de manzana, naranja y granada: se diluyen con agua, se le añaden edulcorantes, colorantes o azúcar.

El aceite de oliva: se mezclan con aceites vegetales, se falsea la clasificación con una calidad superior.

El azafrán, el orégano o la pimienta: son sustituidos o adulterados con otras especias.

El café: etiquetado con información fraudulenta en cuanto al origen y carácter ético. Se mezcla con otros ingredientes molidos para aumentar el peso.

La miel: se mezcla con miel de menor calidad, o es adulterada con jarabe de maíz o de otro tipo.

El pescado: se sustituye con otra especie de menor valor, se etiqueta con información falsa, se le inyecta agua marina para aumentar el peso.

El té: etiquetado con información fraudulenta en cuanto al origen y la calidad. Se mezcla con otros ingredientes similares para incrementar el peso.

La leche: se mezcla con agua o leche de menor calidad, falsedad en la información de la etiqueta.

El vino: se mezcla con vino de menor calidad, se falsea la clasificación con una calidad superior.

La carne clasificada: cortes de calidad inferior a lo ofrecido, falsedad en el origen y la raza.

Según el informe de “Integrity Compliance Solutions”, la creciente tendencia de los consumidores ecológicos también ha sumado otra invasión, la de los productos ecológicos falsos, simplemente en Estados Unidos, se detectó que cerca del 40% de estos alimentos están adulterados. “Ante esta oleaje de fraudes en los alimentos, quizá la mejor defensa que nos queda como consumidores es mayor información y mejor verificación, sobre todo directamente de los productores” finaliza con este consejo el informe.