Los sulfitos son derivados del azufre que se emplean como aditivos antioxidantes en la industria alimentaria. De forma natural, el azufre es un mineral que se encuentra en regiones volcánicas. Podemos encontrar sulfitos en forma de sales sintetizadas en multitud de productos alimentarios: vinos, crustáceos, frutas deshidratadas, productos cárnicos preparados y vegetales preprocesados.
No obstante, los sulfitos no son solo aditivos añadidos, sino que se generan y se encuentran de forma natural en muchos de los alimentos que comemos si estos han pasado por un proceso de fermentación, en el que las bacterias oxidan el azufre que naturalmente contienen: jengibre seco, frutas dulces secas, vegetales fermentados, vinos, etc., como resultado del metabolismo de la levadura durante la fermentación.
Los sulfitos, al igual que muchos otros aditivos, deben etiquetarse cuando el producto contenga cantidades superiores a 10 mg/Kg o 10 mg/L., según la legislación sanitaria vigente.
La Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea (EFSA) anunció recientemente un proyecto de reevaluación, a través del Panel de Aditivos Alimentarios y Saborizantes de la EFSA, cuyo trabajo tendría una duración de al menos cinco años, considerando que los datos de toxicidad disponibles hasta la fecha son insuficientes y no se puede determinar un nivel de Ingesta Diaria Admisible (IDA).