Si nos guiáramos por lo que la gobernara Marina del Pilar Avila Olmeda comunica en sus redes sociales, cualquiera podría pensar que vivimos en una entidad distinta a Baja California.
En una entidad donde lo malo no tiene cabida y el orden rige la vida en sociedad.
¡Pero no!
Nada que ver.
Avila Olmeda es la gobernadora de Baja California. La misma Baja California que hoy se haya inmersa en un clima de inseguridad que trastoca todos los sectores sociales.
Marina gobierna una entidad que sufre del acecho de organizaciones criminarles que al amparo de la ineficacia gubernamental, diversifica sus quehaceres a su gusto y placer.
Cierto, los males de Baja California y sus habitantes no iniciaron justo el día en que la mexicalense protestó velar por los intereses.
La descomposición social viene de mucho tiempo atrás alimentada por la apatía gubernamental, por no decir que la complicidad.
Y sí, los cánceres sociales no se extirpan de la noche a la mañana.
Todo lo anterior termina por entenderse.
Lo que se cuestiona de la joven mandataría son sus excesos mediáticos, su afán por incrementar seguidores en las redes sociales antes de darle a su gobierno el sello de seriedad que las circunstancias reclaman.
Baja California requiere de gobernantes que, en el ámbito de sus facultades, prioricen la seriedad sobre la frivolidad, la empatía sobre la insensibilidad y el buen comunicar antes que el tiktok.
Marina del Pilar está, pues, en tiempo de darle rumbo y certeza a su gobierno.
El rumbo y la certeza que las circunstancias obligan y que los bajacalifornianos reclaman a gritos.