Ignorados y evadidos: los sin techo
Cuando la pobreza es extrema

Por: Gerson Fernando Ruiz

El Hoyo, el refugio del Bulevar Costero

La Llorona y otros aparecidos

En un predio se encontraban platicando El Lupillo y El Loco, el primero cerveza en mano y el segundo con un litro de Tonayán. Se acercaba la medianoche y seguían bebiendo.

 

Se trata de un terreno ubicado entre el bulevar Costero  y Las Dunas,  del fraccionamiento Playa Ensenada, donde pernoctan y beben decenas de indigentes. En un breve recorrido se pueden observar decenas de botellas de licor.

 

El Lupillo y El Loco, relataron como fallecieron alrededor de 5 de sus compañeros, por cirrosis. “Vomitaron su hígado” mencionó El Loco mientras bebía y su amigo relataba que unos amanecieron muertos en el terreno y otros en hospitales.

 

“No te metas abajo de los puentes, ni de día... te van a meter unos picahielos, cuidado, se piratean  machín; allí te tumban todo, te quitan los calcetines sin quitarte los zapatos”, recomendó El Loco.

 

El Loco, al tiempo que hablaba en ingles y realizaba señales de barrio con los dedos, narraba que fue deportado por posesión de un arma de fuego hace 4 años y antes de llegar de Ensenada, deambulaba por Tijuana y Rosarito.

 

El Lupillo comentó que labora en Maneadero, pero agarra la borrachera justo ahí, en El Hoyo.

 

Otro de los habitantes de este sitio es Martín Terán; de 53 años de edad, de los cuales tiene 10 años viviendo ahí, tras la muerte de sus padres, su divorcio, y el desplome del peso a mediados de los noventas... dice que lo perdió todo.

 

Ahora junta botes, y tiene dos perros el Vampiro, y la madre de éste, la Demonia.

 

Luego de que sus otros compañeros fallecieron de cirrosis, Martín asegura que se aparece uno de ellos por las noches diciéndole que no se preocupe. También La llorona sale de vez en cuando diciendo ¡ayy mis hijos!.

 

No todo en El Hoyo es desorden, Martín Terán afirma que los muertos salen a las 10 de la noche y La Llorona a la 1:30 de la madrugada.

 

Como no le creían organizó una lunada y les compró Tonayán a los compañeros y entonces salió llegó llorona y uno que otro fantasma. Es real, dice.

 

La versión de Martín fue corroborada posteriormente por El Loco y El Lupillo. Es cierto, sostuvieron, es una mujer vestida de blanca que no camina, flota.


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