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Aquí, hace más de 3 mil años

Proyecto de Salvamento Arqueológico ECA

Publicación del 12 de octubre de 2023
Se trata del hallazgo arqueológico más importante del Pacífico Norte de México: 16 osamentas y dos cremaciones que fueron localizadas en Ensenada, entre 2020 y 2022, en un trabajo conjunto entre el Instituto Nacional de Antropología e Historia y Energía Costa Azul (ECA).

El sitio del hallazgo se ubica 30 kilómetros al norte de la ciudad de Ensenada dentro del Centro Energético La Jovita, en terrenos propiedad de ECA, y los resultados que arrojen los análisis que actualmente se realizan con la técnica conocida como fechamiento a través de pruebas de Carbono 14, permitirán conocer datos relevantes de la sociedad nómada y seminómada anterior a los Yumanos, denominados Jollanos, que habitaron el norte de Baja California antes de la era cristiana, hace más de 3 mil años.

Por su ubicación junto al mar y con agua dulce disponible, aquellos pobladores podían obtener alimento entre las rocas, principalmente moluscos como mejillón, almeja y abulón; se presume que acudían por temporadas a esta región, donde prospecciones de los arqueólogos habían detectado hasta 2020 más de un centenar de campamentos prehispánicos.

Apenas en marzo del 2023 se dio a conocer un avance de la primera fase del programa de Salvamento Arqueológico, que requirió la intervención de un equipo de 48 personas entre arqueólogos del INAH y trabajadores de campo por poco más de un año. Los trabajos de rescate se iniciaron antes de los movimientos de tierra para la preparación del terreno donde hoy se construye la ampliación de la Terminal de Energía Costa Azul para dotarla de capacidades de licuefacción de gas natural.

Jaime Velez Storey, director del Centro INAH Baja California, indicó durante la presentación oficial del hallazgo, el 30 de marzo del 2023, que al concluir la primera fase de salvamento, uno de los más laboriosos por la cantidad de restos localizados, se continuaría con una segunda fase que implica el desarrollo de trabajo en laboratorio para el fechamiento más preciso de las osamentas halladas.

Dijo entonces el funcionario, que existía un convenio que se derivó de la solicitud de salvamento arqueológico que realizó la empresa Energía Costa Azul al INAH en abril de 2020, con motivo de la construcción de una planta de licuefacción de gas natural, en apego a lo establecido por la ley federal sobre monumentos y zonas arqueológicas, artísticas e históricas.

Correspondería a la empresa asumir los costos de la operación para rescatar y salvaguardar los materiales o vestigios históricos y culturales, localizados en los sitios arqueológicos que serían impactados por la construcción y que provenían del presupuesto asignado para el citado proyecto de licuefacción.

Los trabajos de campo e investigación estuvieron a cargo de los arqueólogos Gengis Ovilla y Rubén García, quienes con el apoyo de un equipo de arqueólogos del INAH, biólogo, fotógrafo, y cuadrillas de trabajadores locales de campo recuperaron y documentaron cada una de las piezas encontradas en el lugar, todo avalado por el Consejo de Arqueología el cual se encuentra integrado por los representantes de las Direcciones del INAH, Salvamento arqueológico, Registro arqueológico, DEA y la Coordinación Nacional de Arqueología, además de incluir a 3 representantes de centros regionales y a 3 representantes de la comunidad académica, los anteriores más el presidente del Consejo de Arqueología forman los 11 integrantes del mismo dependiente del INAH.

La arqueóloga Gengis Ovilla explicó que en las ubicaciones de los antiguos campamentos, además de las 16 inhumaciones humanas —de 14 de adultos y 2 infantes— más 2 cremaciones humanas, y 2 cánidos enterrados, en sus alrededores se identificaron vestigios de hogueras en la forma de acumulaciones de rocas, los cuales fueron debidamente rescatados, registrados con dibujo y fotografía. En las cercanías de dichas hogueras también aparecieron herramientas y objetos como cuchillos, raspadores, puntas de proyectil y ornamentos. Asimismo, los hallazgos registran restos de conchas marinas, erizos de mar, restos de peces y de mamíferos marinos y terrestres.

Tomando en cuenta la profundidad del estrato donde que fueron descubiertas las catorce de las osamentas arcaicas, su estado de preservación y grado de articulación vertebral, el equipo del INAH piensa que al menos los 16 entierros pudieran remontarse a 7 mil o más años de antigüedad relacionada con la cultura Jollana. Con respecto a las dos cremaciones, por su edad aparente, el equipo del INAH piensa que pudieran tratarse de restos de origen Yumanos, etnia que, entre sus costumbres ancestrales, se sabe que solían incinerar a sus difuntos.

La cultura La Jolla, se desarrolló en la costa del Pacífico del norte peninsular desde al menos hace 8 mil años. Sus muertos eran enterrados en fosas sencillas: los cuerpos se colocaban flexionados o semi flexionados en posición lateral, generalmente eran cubiertos con piedras o bien con herramientas de molienda, en algunos casos metates. También en algunos casos pueden aparecer en posición dorsal o semi extendida, es decir, boca arriba y por lo regular no presentan bienes funerarios asociados.

En el caso de los nuevos datos se constató una nueva variante dentro del patrón funerario, pues de las dieciséis osamentas, ocho estaban en decúbito ventral (boca abajo).

De todos estos contextos, se realizarían dataciones de radiocarbono para ubicar en el tiempo el momento en que estos eventos funerarios se llevaron a cabo, además de estudios osteológicos que determinarán datos específicos de cada individuo.

Con ellos se podrá conocer la edad aproximada al momento de la muerte, género, estatura, patologías y traumas. En este sentido, cabe señalar que, durante el registro de recuperación de las osamentas, observaron traumas por golpes que sanaron, pero los estudios a detalle por parte de especialistas podrán determinar la osteografía de cada uno de los individuos localizados.

Por su parte Claudia Ruiz Reséndez, Gerente de Cumplimiento Regulatorio de Energía Costa Azul, recordó que el proceso empezó con la revisión a pie por parte de los arqueólogos y las posteriores excavaciones que duraron 14 meses. Durante ese periodo, la empresa se hizo cargo de todos los gastos, desde transporte, alimentación, equipos, herramientas y el personal que trabajaría en el sitio —48 en total— para realizar el minucioso proceso para descubrir y extraer los restos.

En cuanto a los materiales, lo primero son las dataciones para lo cual normalmente se envían partes mínimas de las piezas recuperadas a laboratorios especializados. Esto también es cubierto por ECA.

El Director de Administración y Servicios de ECA, Jorge Uribe Villalobos, recordó que fue el equipo de INAH quien tienen el reconocimiento de haber realizado los primeros movimientos de tierra para el proyecto, no con maquinaria pesada o pico y pala de un trabajador para hacer cimentaciones, sino arqueólogos con sus ayudantes para hacer estos salvamentos y liberar el área a los contratistas para ejecutar los trabajos de construcción.

Esto es relevante, apuntó, por la posibilidad de coexistir también con otras autoridades como arqueólogos y autoridades ambientales, por lo cual, en nuestras autorizaciones para poder remover vegetación son muy definidas.

“Nuestra propiedad como poligonal de proyecto cubre unas 300 hectáreas, de las cuales estamos trabajando en aproximadamente 60 de ellas. El resto son áreas ambientales, de reserva arqueológica y coexistimos con ellas… tenemos balanceado el sitio. El día de mañana, si la compañía sigue desarrollando infraestructura, tendremos que balancear nuevamente las áreas ambientales, y arqueológicas. Encontrar ese balance, ese respeto de coexistencia”.

Uno de los detalles que se dio durante este proceso de salvamento tuvo que ver con la sensibilidad de los operadores de maquinaria para construcción:

“Ellos observaban porque había algo, ese instinto, esa evidencia de que pudiera haber algo más, un poquito más abajo. Si nuestras máquinas podían exponer algo, con toda la autoridad e interés nuestros mismos operadores decían: háblale a Rubén, háblenle a los arqueólogos”.

Agregó: Esto no termina hasta que se presenta el reporte final ya con todos los datos que se mencionaron y que están pendientes de obtener, porque al final de cuentas ese es el plan de trabajo”.

Finalmente indicó: “Estamos muy interesados en seguir adelante, es nuestro negocio, estamos en esta parte de desarrollar energía y contribuir a la sociedad, pero siempre en coordinación con las autoridades responsables”.

De esta manera con cada proyecto, cada acción de un colaborador o cada nuevo descubrimiento, en ECA LNG reforzamos nuestro sentido de responsabilidad hacia nuestra comunidad. Y eso es lo que nos hace sentir orgullosos de dónde venimos, lo que somos y lo que seremos en un futuro.

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