A propósito de las declaraciones del alcalde en las que admitió contratación de familiares directos, la semana pasada le planteamos: ¿Tiene razón Gilberto Hirata al justificar acciones de nepotismo con la necesidad de sentir confianza? El 86 por ciento de nuestros participantes nos dice que no. Gracias a todos por expresar su opinión.
Desde que ganó las elecciones internas para convertirse en presidente de su partido, hace unos quince años, el profesor Hirata ha insistido en el discurso de “el nuevo PRI”, sin embargo, sus acciones dejan claro que la palabra no llega a la acción y que sigue siendo más de lo mismo.
Basta echar un vistazo a la foto de invitados a su primer informe de gobierno: ¿Cómo puede sostener semejante cantidad de buenas intensiones con personajes como Eligio Valencia en primer plano?
Al tratarse del tema del nepotismo la verdad es que no hay partido que se salve… si antes hablábamos de agencias de colocaciones ahora bien podría decirse que se trata de franquicias familiares. Lo preocupante es que argumentando buenas intensiones, Hirata podría institucionalizar la práctica y dejar precedentes para que en el futuro sea un acto cotidiano.
Sin embargo, no son las relaciones familiares del alcalde las que más preocupan.
Desde que Carlos Salinas de Gortari inventó una Secretaría de Desarrollo Social para Luis Donaldo Colosio, cada ejecutivo en turno emplea ese espacio para catapultar algún favorito hacia futuras contiendas electorales. ¿Porqué comprar votos con despensas durante una campaña, si se puede hacer durante todo el trienio con dinero del erario público?
Y tampoco hay partido que se salve. Las acciones electoreras vienen en presentaciones de todos colores y niveles de gobierno. Lo preocupante es la cantidad de errores cometidos por el secretario Samuel Albestrain, sostenido solo por el rango de intocable decretado para el por Gilberto Hirata.
Curiosa la forma que eligió el profesor para pasar a la historia.