La semana pasada le planteamos: Desde su punto de vista, el dinero para aumentar el salario de los jornaleros agrícolas debe ser de las ganancias de los ranchos, del gobierno o de un incremento al precio de los productos. La mayoría opina que deben ser los patrones quienes deben compartir sus utilidades. Gracias a todos por expresar su opinión.
Aunque el problema que enfrentan los jornaleros en San Quintín es un asunto sumamente complejo, el resultado de nuestro sondeo demuestra que al menos ante la opinión pública esta película ya tiene un villano: el empresario agrícola.
Y es que no es lo mismo producir en México para el mercado nacional que hacerlo para exportar a Estados Unidos, donde los precios para todo lo que viene del campo son mucho más altos.
Al menos en teoría, producir donde es más barato y vender donde es más caro implica un negocio redondo.
Las ganancias de estas operaciones llevan su carga de impuestos, por lo que el erario público si saca ventaja cuando el empresario hace un buen negocio. Ganas más, pagas más sin importar como hiciste.
Lo que el sistema político méxicano no establece es algún beneficio directo a los trabajadores cuando el patrón y el gobierno se benefician con las ganancias provenientes de la exportación.
Las causas que dan origen al movimiento en San Quintín forman parte de una realidad que no es distinta en las fábricas, donde la mano de obra también está a la baja y al final, la distribución de la riqueza es el fuego que pone cada vez más caliente el interior de una olla cerrada a presión.