La semana pasada le preguntamos ¿Cree usted que la autoridad aplica sanciones suficientes a los vecinos ruidosos? Prácticamente nueve de cada diez opina que no. Gracias a todos por expresar su opinión.
Todos hemos visto este cuadro: un vecino decide que es hora de subir el volumen a niveles por encima de lo tolerable, se hace la llamada a Seguridad Pública, pasados unos minutos llega una patrulla, bajan el volumen, se retira la policía y la música sube de nuevo.
No estamos hablando de una situación de emergencia, de hecho es absurdo que por un incidente menor se distraiga a las autoridades de otras actividades prioritarias para la comunidad.
El problema es que al no haber sanción, cada quien hace lo que se le da la gana y al final por un ruidoso, toda la cuadra termina por ver mermada su calidad de vida.
Ojalá que lo expresado por nuestros usuarios sirva para que la autoridad tome nota y haga algún cambio en los reglamentos municipales. No hablamos de presupuestos millonarios para tapar baches (que también caería de perlas) o de una programa de limpieza profundo, o de resolver los estacionamientos en el centro, el abasto de agua o tantas cosas que hay en la ocupada agenda del gobierno municipal.
Sancionar a los ruidosos es una decisión.
Basta que decidan hacerlo y nuestra calidad de vida subirá un poco. Piénselo un poco y de verdad no está tan mal... sin inversión, sin créditos, sin cuentas públicas que luego rechaza el Congreso del Estado. Sancionar a los ruidosos no implica que se dejen de hacer fiestas, simplemente que su derecho a festejar no interfiera con el derecho a descansar de todos los demás.
Quizás sea tan poca cosa que resulta no ser digna de un Ayuntamiento que piensa en grande. Pero, si con las cosas grandes en casi dos años el avance es mínimo, es probable que ocuparse de pequeños detalles (como este) sirva de algo a la situación actual de nuestra ciudad.