La semana pasada le planteamos: Si usted descubriera que una persona con la que convive es transexual ¿cambiaría su forma de actuar respecto a ella? En respuesta a esta pregunta seis de cada 10 nos dicen que no cambiaría. Gracias a todos por expresar su opinión.
El resto de los participantes se encuentran divididos, pues mientras el 20 por ciento reconoce que si cambiaría de actitud, otro 20 por ciento antepone como condicionante la cercanía, pues evidentemente los factores tiempo-espacio norman en gran medida las interacciones cotidianas.
El tema se coloca en el centro de la discusión debido a que la semana pasada informamos sobre un joven transexual, que se vio en la necesidad de recurrir a un juicio de amparo con el fin de que un juez ordenara al registro civil municipal el cambio de género en sus documentos oficiales.
Se trata de un joven trabajador que pese a desarrollar actividades que no son distintas a lo que realizan otros empleados, le ha sido imposible acceder a lo que la ley establece para él como un derecho: servicios médicos del IMSS, un crédito para vivienda o el acceso a la educación superior en universidades públicas.
Finalmente desde el Juzgado Octavo de Distrito se ordenó al Ayuntamiento la realización del trámite, y una vez más queda de manifiesto que la apertura y el apoyo a las minorías es sólo parte del rollo escrito para captar votos: candidatos del siglo XXI que regresan a tiempos de la inquisición al momento de asumir el cargo.