A propósito de la denuncia pública hecha por la Cámara Nacional de la Industria de la Vivienda, la semana pasada le preguntamos: ¿Cree usted que la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) actúa con suficiente eficiencia ante los invasores de predios? El 96 % de los participantes indica que no. Gracias a todos por participar en este ejercicio.
El asunto de las invasiones no es el único en que reprueba la PGJE, sin duda hay muchos otros, sin embargo la cantidad de problemas de orden social, económico y hasta de salud pública que se desencadenan, debería ser suficiente para poner una alerta roja al Gobernador del Estado.
Parece que están lejos los tiempos en que líderes populares organizaban a una turba para irrumpir en un predio y levantar de la noche a la mañana un enorme campamento, apostando a que el paso de los años se encargara de darles servicios públicos, pavimento y hasta escrituras de la propiedad.
Hoy, estos grupos aprovechan la coyuntura económica que afecta a desarrolladores inmobiliarios, que después de hacer una inversión y ya con el producto terminado, deben sortear el problema de la comercialización, los créditos, el Infonavit, las udis, los bancos y un complicado etcétera que mantiene las viviendas en un desafortunado estado de espera.
La forma actual de la invasión involucra solo un elemento: que el invasor quiera apropiarse de lo que no es suyo. Una vez dentro de la propiedad ajena parece no haber poder legal capaz de poner orden, porque a pesar de que las denuncias se presenten en tiempo y forma, los expedientes sólo sirven para engrosar la estadística de asuntos no resueltos.